El maestro es un sol que brilla en el altar de la honra.
La luz que irradia ilumina los oscuros vericuetos de la ignorancia, sembrando letras, palabras, oraciones con significados brillantes que dan paso al conocimiento, insoslayable herramienta para el mejoramiento humano.
El maestro es sostén de la cultura.
Sin el maestro el mundo no hubiera avanzado a la velocidad alcanzada. Sin el maestro no hubiésemos tenido al inmenso José de la Luz y Caballero, sin el maestro no habríamos podido encontrar a Félix Varela ni a Rafael María de Mendive.
Sin la impronta de ellos, José Martí se hubiera visto imposibilitado de ejercer la profesión evangélica, viva en sus expresiones, viva en su ejemplo, viva en su sacrificio por la Independencia de la Patria.
El maestro estimula, abraza lo hermoso de la vida y lo convierte en bien común para todos. El maestro es sapiencia, punto de llegada y de partida. El maestro une, glorifica, siembra en los parajes más recónditos de la conciencia humana.
El maestro, la maestra, está dotado de una sensibilidad extraordinaria, de una paciencia sin límites y de un amor infinito hacia esa labor permanente de enseñar no solo las asignaturas del programa docente, también inculcan valores como el respeto a la dignidad de los seres humanos.
El Padre de la Patria, maestro liberador de esclavos, enseñaba en el momento en que fue sorprendido por los enemigos. Lo hacia en condiciones muy difíciles, pero lo hacia. Qué gran ejemplo el de Céspedes para las nuevas generaciones de aquellos que pretendan escalar la gloria de la enseñanza!!
El maestro es un sol que brilla en el altar de la honra!
Cuántos maestros habrán entregado la vida en las aulas, cuántos habrán dejado luego de su muerte, ese sendero sin opacidades, colmado de llamas indicando la ruta hacia la felicidad de los semejantes?
El maestro es el sostén de la cultura.
Maestros tenemos en cifras extraordinarias. Maestros tenemos con sobradas razones para esculpir la honradez, la honestidad, el amor a la Bandera y a nuestro Himno.
Maestros ataviados con la humildad de los grandes, porque solo los grandes demuestran y ostentan humildad en su actuar por la vida. Y quien podría negarle a un maestro el derecho de insuflar esos valores a las actuales y futuras generaciones?
Hoy es el Día del Educador, frase que se escribe con prontitud, pero que encierra un largo camino de preparación, no solo ya profesional, requiere también de altruismo, ese que desde José Martí hasta ahora nos llega con esa luz segadora de la ignorancia.
La luz que irradia ilumina los oscuros vericuetos de la ignorancia, sembrando letras, palabras, oraciones con significados brillantes que dan paso al conocimiento, insoslayable herramienta para el mejoramiento humano.
El maestro es sostén de la cultura.
Sin el maestro el mundo no hubiera avanzado a la velocidad alcanzada. Sin el maestro no hubiésemos tenido al inmenso José de la Luz y Caballero, sin el maestro no habríamos podido encontrar a Félix Varela ni a Rafael María de Mendive.
Sin la impronta de ellos, José Martí se hubiera visto imposibilitado de ejercer la profesión evangélica, viva en sus expresiones, viva en su ejemplo, viva en su sacrificio por la Independencia de la Patria.
El maestro estimula, abraza lo hermoso de la vida y lo convierte en bien común para todos. El maestro es sapiencia, punto de llegada y de partida. El maestro une, glorifica, siembra en los parajes más recónditos de la conciencia humana.
El maestro, la maestra, está dotado de una sensibilidad extraordinaria, de una paciencia sin límites y de un amor infinito hacia esa labor permanente de enseñar no solo las asignaturas del programa docente, también inculcan valores como el respeto a la dignidad de los seres humanos.
El Padre de la Patria, maestro liberador de esclavos, enseñaba en el momento en que fue sorprendido por los enemigos. Lo hacia en condiciones muy difíciles, pero lo hacia. Qué gran ejemplo el de Céspedes para las nuevas generaciones de aquellos que pretendan escalar la gloria de la enseñanza!!
El maestro es un sol que brilla en el altar de la honra!
Cuántos maestros habrán entregado la vida en las aulas, cuántos habrán dejado luego de su muerte, ese sendero sin opacidades, colmado de llamas indicando la ruta hacia la felicidad de los semejantes?
El maestro es el sostén de la cultura.
Maestros tenemos en cifras extraordinarias. Maestros tenemos con sobradas razones para esculpir la honradez, la honestidad, el amor a la Bandera y a nuestro Himno.
Maestros ataviados con la humildad de los grandes, porque solo los grandes demuestran y ostentan humildad en su actuar por la vida. Y quien podría negarle a un maestro el derecho de insuflar esos valores a las actuales y futuras generaciones?
Hoy es el Día del Educador, frase que se escribe con prontitud, pero que encierra un largo camino de preparación, no solo ya profesional, requiere también de altruismo, ese que desde José Martí hasta ahora nos llega con esa luz segadora de la ignorancia.
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