Era domingo y los pobladores de Bayamo pasaban las horas en medio de una quietud que solo era quebrantada por el sonido de las campanas de la iglesia, algún latigazo a un esclavo rebelde y el paso de las carretas.
Pudo ser un día cualquiera en la villa fundada el 5 de noviembre de 1513 pero hubo un parto que alegró profundamente a una familia bayamesa poseedora de fortuna y cuantiosas propiedades.
Y la vida quiso, también, que aquella criatura viera la luz en una casa donde diera su primer grito uno de los más grandes intelectuales de la época: Tristán de Jesús Medina.
El 18 de abril de 1819 la tierra cubana se estremecería y con ella los pobladores porque la isla nuestra ya sabía que le había nacido quien luego sería uno de sus más pródigos hijos.
Aquel pequeño recibió el nombre de Carlos Manuel Perfecto del Carmen Céspedes y del Castillo, creció en una finca cercana mimado por sus padres y atendido además por una negra esclava.
Una mujer, al borde de la ancianidad le enseñó las vitales primeras letras y lo introdujo en el catecismo algo propio de aquella sociedad que lo hizo ingresar más tarde en convento donde estudiaría filosofía y latinidad.
Así comenzó a desarrollarse el carácter de aquel adolescente que tendría años después una importantísima impronta en los derroteros de la isla sometida a la colonización española.
Aquel ser humano que casi en la media centuria de la vida ya lo había visto todo, lo bueno y malo de este mundo, un día se unió a otros coterráneos y fundó una idea, un proyecto de independencia para el país.
Ya entonces no se detendría jamás en ese camino azaroso, complicado pero reconfortante que es el amor a la libertad que cristalizó el 10 de octubre de 1868, en medio de cañaverales en La Demajagua.
Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, cumpliría hoy 201 años de haber nacido en nuestra Villa San Salvador de Bayamo y aún resuenen en la Plaza de la Revolución las palabras de Eusebio Leal.
El historiador se refirió a la impronta de Céspedes en los afanes libertarios de la Isla a los que consagró todo sus esfuerzos destinados a lograr la plena independencia y la abolición de la esclavitud.
Céspedes sigue siendo la guía espiritual de los cubanos que en todos los tiempos han forjado un profundo sentimiento de amor a la patria y extendiendo una mano de amor a los demás pueblos del mundo.
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