Emporio de mujeres bellas y patriotas, Bayamo sigue siendo una ciudad que atesora a distinguidas féminas que han demostrado un inmenso amor por la ciudad y la historia que se ha escrito.
A nuestras hermosas mujeres bayamesas las vemos cotidianamente en sus labores habituales, sean médicas, bancarias, dirigentes, limpiando nuestras calles, en las aulas forjando el porvenir.
Entre muchas hoy le dedicaremos nuestra sección Andares Bayameses a una mujer que ha dedicado su vida al magisterio, profesión en la que ha dejado señales de la fortaleza que la distingue.
Su andar por las aulas no ha sido nada fácil, pues ha ascendido montañas en busca de esos alumnos analfabetos a los que enseño las primeras letras y el modo de escribirlas y leerlas en el temprano año de 1961.
En ese periodo comprendió que dedicaría toda su vida a esa hermosa profesión desarrollada inicialmente en aquellos predios de San Pablo de Yao, montaña arriba en aquella memorable Campaña de Alfabetización.
Ni la distancia de la familia, ni las lógicas dificultades existentes entonces, le hicieron desistir de su empeño de ser maestra y aunque la vida le jugó una mala pasada, enfrento esa situación y salió vencedora.
Es una mujer decidida pues mientras algunas se espantan con ranas y lagartos serranas ella da la espalda a esos habitantes perennes de esa zona y desarrolla su trabajo con una dignidad de encomio.
Se trata de Ivelise Gala Valiente, una bayamesa que sigue siendo paradigma para los coterráneos que deseen subir la cuesta que supone convertirse en maestros, una profesión que solo destila amor.
Ivelise elevo hasta las montañas su segundo apellido porque valiente fue al partir hacia los parajes serranos, valiente fue su permanencia en las aulas y valiente porque jamás dejo de ser maestra.
Se alzo en la Sierra Maestra y las armas que llevo para esa cruzada de sensibilidad consistían en libros, libretas, lápices y una gran dosis de optimismo que alcanzaron la máxima dimensión el 22 de diciembre de 1961.
Aquel día, en la hermosa Plaza de la Revolucion José Marti, Ivelise Gala Valiente, miles de alfabetizadores y Fidel, proclamaron a Cuba como territorio libre de analfabetismo.
Desde entonces Ivelise sigue siendo una gloriosa mujer, una estupenda revolucionaria que enorgullece a Bayamo, nuestra ciudad que se honra de tenerla entre sus hijas.
Editado desde la ciudad de Bayamo, Cuba, por el periodista David Rodríguez Rodríguez.
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jueves, 14 de abril de 2016
miércoles, 13 de abril de 2016
PRESERVEMOS LA DECENCIA Y LA IMAGEN DE LA CIUDAD DE BAYAMO
Duele, si, duele mucho que con tanto esfuerzo que se realiza para que la imagen de la ciudad se mantenga de forma positiva, haya personas que se empeñen en demostrar lo contrario.
Duele, de verdad que duele, que los visitantes o los propios residentes veamos el espectáculo desagradable que de manera cotidiana se observa en algunos sitios de la ciudad de Bayamo.
¿Hasta cuándo se va a permitir que algunas personas, pasadas de trago, y que otras con evidentes trastornos mentales se conviertan en los protagonistas indeseables en la Plaza de la Revolución de Bayamo cuando se realizan actividades culturales?
¿Quién lo pondrá el cascabel a esos que en más de una ocasión han interferido en hermosos programas culturales en nuestra histórica plaza y que con su proceder echan por tierra el esfuerzo de muchos?
¿Hasta cuándo estaremos presenciando, sin la debida respuesta a esas personas que molestan a los turistas nacionales y extranjeros en el Hotel Royalton de Bayamo?.
En más de una ocasión estos individuos se han atrevido a despojar de copas y botellas a los visitantes, dando un mal ejemplo acerca de la proverbial hospitalidad bayamesa.
Queremos una ciudad bella, pero mientras se mantengan y permitan estas conductas no lograremos alcanzar esa imagen que todos reclamamos pero que otros se encargan de empañar.
Hemos hablado acerca de lo que sucede en la Plaza de la Revolución y el Hotel Royalton, pero hay otro punto de la ciudad, muy cercano a estos, donde la indecencia y el irrespeto campean sin el debido enfrentamiento.
Se trata del parque Francisco Maceo Osorio, lugar donde aparcan los ómnibus con turistas que hacen una parada para disfrutar de la música de grupos bayameses en la Casa de la Trova.
En ese lugar es donde el asedio cobra los matices más vergonzosos porque parece que estas personas que tanto molestan, son las responsables de dar la bienvenida a los turistas en el mismo estribo de las guaguas.
No hay exageración al afirmar que aquello ofrece una imagen insoportable, tanto para los visitantes como para los ciudadanos bayameses que observan el panorama con impotencia, pero con rabia interior.
En el parque Francisco Maceo Osorio estos individuos se disputan a veces a codazo limpio, un bolígrafo, una goma de mascar o cualquier cosa que los turistas, ya acosados puedan ofrecer.
¿Queremos una ciudad con esa imagen?
No
¿Queremos que los visitantes, sean del patio o de otras naciones nos recuerden por ese bochornoso espectáculo?
No
¿Debemos permitir, como sociedad, que algunos intenten menoscabar la imagen de una ciudad como Bayamo?
No
Entonces todos los involucrados en solucionar este problema tienen la palabra.
Duele, de verdad que duele, que los visitantes o los propios residentes veamos el espectáculo desagradable que de manera cotidiana se observa en algunos sitios de la ciudad de Bayamo.
¿Hasta cuándo se va a permitir que algunas personas, pasadas de trago, y que otras con evidentes trastornos mentales se conviertan en los protagonistas indeseables en la Plaza de la Revolución de Bayamo cuando se realizan actividades culturales?
¿Quién lo pondrá el cascabel a esos que en más de una ocasión han interferido en hermosos programas culturales en nuestra histórica plaza y que con su proceder echan por tierra el esfuerzo de muchos?
¿Hasta cuándo estaremos presenciando, sin la debida respuesta a esas personas que molestan a los turistas nacionales y extranjeros en el Hotel Royalton de Bayamo?.
En más de una ocasión estos individuos se han atrevido a despojar de copas y botellas a los visitantes, dando un mal ejemplo acerca de la proverbial hospitalidad bayamesa.
Queremos una ciudad bella, pero mientras se mantengan y permitan estas conductas no lograremos alcanzar esa imagen que todos reclamamos pero que otros se encargan de empañar.
Hemos hablado acerca de lo que sucede en la Plaza de la Revolución y el Hotel Royalton, pero hay otro punto de la ciudad, muy cercano a estos, donde la indecencia y el irrespeto campean sin el debido enfrentamiento.
Se trata del parque Francisco Maceo Osorio, lugar donde aparcan los ómnibus con turistas que hacen una parada para disfrutar de la música de grupos bayameses en la Casa de la Trova.
En ese lugar es donde el asedio cobra los matices más vergonzosos porque parece que estas personas que tanto molestan, son las responsables de dar la bienvenida a los turistas en el mismo estribo de las guaguas.
No hay exageración al afirmar que aquello ofrece una imagen insoportable, tanto para los visitantes como para los ciudadanos bayameses que observan el panorama con impotencia, pero con rabia interior.
En el parque Francisco Maceo Osorio estos individuos se disputan a veces a codazo limpio, un bolígrafo, una goma de mascar o cualquier cosa que los turistas, ya acosados puedan ofrecer.
¿Queremos una ciudad con esa imagen?
No
¿Queremos que los visitantes, sean del patio o de otras naciones nos recuerden por ese bochornoso espectáculo?
No
¿Debemos permitir, como sociedad, que algunos intenten menoscabar la imagen de una ciudad como Bayamo?
No
Entonces todos los involucrados en solucionar este problema tienen la palabra.
lunes, 4 de abril de 2016
MANUEL CABRERA SANCHEZ: UNA VOZ PARA RESPETAR
Hoy ne acerco a un hombre que nació en Holguín, y hoy vive su fecunda vida en el barrio de Julia, territorio perteneciente al municipio de Bayamo.
Manuel Cabrera Sánchez tiene una historia imposible de recoger en tan pocas líneas, desde aquella que refiere que ha estado ingresado 19 veces, muchas veces en estado crítico, pero le ha ganado a la muerte.
Se lleno de emoción cuando el 17 de diciembre de 1970 el periódico Ahora le publico una nota cultural de su centro de trabajo de entonces y ahí nació en él la inclinación por el periodismo.
Ha trabajado en disimiles posiciones, desde recogedor de ropa sucia en el hospital Lenin de la ciudad de los parques, alfabetizador, corresponsal de varios medios de comunicación, hasta divulgador de la liga azucarera.
Pero hay un detalle en la vida de Cabrera Sánchez que cobro vida en la Revista Informativa La Última de Radio Bayamo, en la que con elevado humor tocaba aspectos de la vida cotidiana.
Se recuerdan como aquel cuando un ladrón intentaba sustraer un chivito que pastaba a la vera de la línea del ferrocarril, hizo ese relato, que concluyo con la detención del individuo de una manera magistral y era noticia.
En otra ocasión narro como tuvo que correr en medio de un potrero buscando protección ante el ataque de unos búfalos salvajes que pudo costarle la vida.
Pero Cabrera no se amilano, corrió como nunca y pudo subir a un árbol desde el cual comprobó que la intención de aquellos animales no era cosa de juego.
Un día hablo de la productividad de una mata de plátanos que tenia 120 guineos, ponderando a la naturaleza, pero al siguiente día recordó el hecho para decir que se habían robado la marteña.
Y qué decir de aquella expresión: corren ríos de petróleo en Mabay, señalando el despilfarro de algunos carentes de conciencia que dilapidaban ese recurso energético.
Sirvan estas líneas para reconocerle a Manuel Cabrera Sánchez todo lo que ha hecho, fundamentalmente en la radio provincial, llevando la información con un toque humorístico a la población del territorio.
Manuel Cabrera Sánchez tiene una historia imposible de recoger en tan pocas líneas, desde aquella que refiere que ha estado ingresado 19 veces, muchas veces en estado crítico, pero le ha ganado a la muerte.
Se lleno de emoción cuando el 17 de diciembre de 1970 el periódico Ahora le publico una nota cultural de su centro de trabajo de entonces y ahí nació en él la inclinación por el periodismo.
Ha trabajado en disimiles posiciones, desde recogedor de ropa sucia en el hospital Lenin de la ciudad de los parques, alfabetizador, corresponsal de varios medios de comunicación, hasta divulgador de la liga azucarera.
Pero hay un detalle en la vida de Cabrera Sánchez que cobro vida en la Revista Informativa La Última de Radio Bayamo, en la que con elevado humor tocaba aspectos de la vida cotidiana.
Se recuerdan como aquel cuando un ladrón intentaba sustraer un chivito que pastaba a la vera de la línea del ferrocarril, hizo ese relato, que concluyo con la detención del individuo de una manera magistral y era noticia.
En otra ocasión narro como tuvo que correr en medio de un potrero buscando protección ante el ataque de unos búfalos salvajes que pudo costarle la vida.
Pero Cabrera no se amilano, corrió como nunca y pudo subir a un árbol desde el cual comprobó que la intención de aquellos animales no era cosa de juego.
Un día hablo de la productividad de una mata de plátanos que tenia 120 guineos, ponderando a la naturaleza, pero al siguiente día recordó el hecho para decir que se habían robado la marteña.
Y qué decir de aquella expresión: corren ríos de petróleo en Mabay, señalando el despilfarro de algunos carentes de conciencia que dilapidaban ese recurso energético.
Sirvan estas líneas para reconocerle a Manuel Cabrera Sánchez todo lo que ha hecho, fundamentalmente en la radio provincial, llevando la información con un toque humorístico a la población del territorio.
DOS INOLVIDABLES HOMBRES, DOS INOLVIDABLES HISTORIADORES
Bayamo ha sido asiento, temporal o definitivo, de muchos cubanos nacidos en otras partes de nuestro hermoso país, y que una vez aquí, dejaron una impronta maravillosa.
En muchas ramas de la vida esas personas se distinguieron por lo que ya son parte de la historia de la ciudad monumento nacional a la que honraron con su presencia.
Una de estas personas había nacido en tierras holguineras y se refugió en Bayamo para bien de los ciudadanos autóctonos porque nos doto de importantes investigaciones acerca de la historia de la ciudad.
Enrique Orlando Lacalle y Zouquet trabajo de manera incansable por la historia bayamesa, labor a la que dedico toda su vida dejando un legado que las generaciones actuales agradecen en toda su dimensión.
Lacalle tenía una proverbial manera de tratar a quienes buscaban conocer más sobre la actual capital granmense y jamás negó sus conocimientos ni a historiadores ni a estudiantes.
Otro historiador que dio mucha luz a los acontecimientos bayameses fue José Carbonell Alard, natural de Manzanillo, pero casi inmediatamente fue trasladado a Bayamo.
Su paso por esta ciudad estuvo matizado en ideas para la conservación de la historia y a él se debe un libro imprescindible que es fuente de consulta de los entendidos en esa materia y aquel que desee conocer más a Bayamo.
El texto, titulado Estampas de Bayamo, recoge vivencias acerca de la historia escrita en la ciudad, comenzó a gestarse por Carbonell en 1967, apoyándose en publicaciones de otras épocas.
Sin duda estos dos seres humanos contribuyeron al conocimiento de la historia de la ciudad y lo hicieron con una entrega absoluta demostrando amor por Bayamo, lo que se reconoce por nuestra sociedad.
Enrique Orlando Lacalle y José Carbonell merecen ser recordados por todos los que amamos a esta ciudad, pues dejaron sus mejores años en búsqueda de informaciones acerca de los principales acontecimientos de la misma.
Todo lo que hicieron investigando para que la historia bayamesa no muriera demuestra el cariño y el apego a esta tierra que aprendieron a amar y defender desde el ángulo de la historia local.
A ellos debemos muchas soluciones a los misterios que la propia historia genera, por lo que están siempre presentes en las nuevas generaciones de bayameses que aprecian en grado sumo todo lo que aportaron.
En muchas ramas de la vida esas personas se distinguieron por lo que ya son parte de la historia de la ciudad monumento nacional a la que honraron con su presencia.
Una de estas personas había nacido en tierras holguineras y se refugió en Bayamo para bien de los ciudadanos autóctonos porque nos doto de importantes investigaciones acerca de la historia de la ciudad.
Enrique Orlando Lacalle y Zouquet trabajo de manera incansable por la historia bayamesa, labor a la que dedico toda su vida dejando un legado que las generaciones actuales agradecen en toda su dimensión.
Lacalle tenía una proverbial manera de tratar a quienes buscaban conocer más sobre la actual capital granmense y jamás negó sus conocimientos ni a historiadores ni a estudiantes.
Otro historiador que dio mucha luz a los acontecimientos bayameses fue José Carbonell Alard, natural de Manzanillo, pero casi inmediatamente fue trasladado a Bayamo.
Su paso por esta ciudad estuvo matizado en ideas para la conservación de la historia y a él se debe un libro imprescindible que es fuente de consulta de los entendidos en esa materia y aquel que desee conocer más a Bayamo.
El texto, titulado Estampas de Bayamo, recoge vivencias acerca de la historia escrita en la ciudad, comenzó a gestarse por Carbonell en 1967, apoyándose en publicaciones de otras épocas.
Sin duda estos dos seres humanos contribuyeron al conocimiento de la historia de la ciudad y lo hicieron con una entrega absoluta demostrando amor por Bayamo, lo que se reconoce por nuestra sociedad.
Enrique Orlando Lacalle y José Carbonell merecen ser recordados por todos los que amamos a esta ciudad, pues dejaron sus mejores años en búsqueda de informaciones acerca de los principales acontecimientos de la misma.
Todo lo que hicieron investigando para que la historia bayamesa no muriera demuestra el cariño y el apego a esta tierra que aprendieron a amar y defender desde el ángulo de la historia local.
A ellos debemos muchas soluciones a los misterios que la propia historia genera, por lo que están siempre presentes en las nuevas generaciones de bayameses que aprecian en grado sumo todo lo que aportaron.
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