Hoy
José Miguel, un niño que aún no rebasa los cinco años, pasará el umbral de su
escuela para adentrarse en una de sus aulas donde recibirá, por primera vez,
las influencias de su maestra y sus amiguitos.
Es
un día de mucha tensión en la familia, de nervios a punto de estallar, de
lágrimas que brotarán por la emoción, los padres al ver a sus hijos ascendiendo
por el saber y estos por ese desprendimiento momentáneo.
Como
José Miguel miles de niños granmenses han comenzado a pintar las calles
con sonrisas, alegrías, dudas, sorpresas
y especialmente motivados por los nuevos caminos que andarán.
Los
uniformes de la enseñanza primaria le darán a la ciudad un toque muy hermoso
cuando en ese ir y venir, los niños vayan de la casa a la escuela y viceversa.
Es
un día brillante este del inicio del curso escolar y momento propicio para convertir
a cada centro en lo más importante de la ciudad, desde el punto de vista
cultural.
Esta
es una jornada de estrenos pues muchos maestros se iniciarán laboralmente luego
de intensos años de preparación para ejercer una profesión de mucha data pero
que no ha perdido su encanto.
También
habrá padres que comenzarán a tejer responsabilidades ante la escuela, el
maestro, sus hijos y la sociedad, esperando que todos, muy juntos, den a este
majestuoso acto el brillo que merece.
Cada
maestro sabe lo que le corresponde hacer en el aula, no solo en el ámbito del
conocimiento y de la demostración de sus habilidades, basadas en el talento, le
toca, también, ser ejemplo para sus alumnos.
Los
maestros saben lo que corresponde hacer en cuanto a inculcar a sus alumnos valores
como la honestidad, sinceridad, civismo, estudio, amor a la bandera y a la
patria.
La
familia tiene una especial importancia desde hoy, inicio del curso hasta el
final, porque el niño sea conducido por el camino del bien y forjarle desde
este momento la necesidad de estudiar todos los días.
Solo
de esa manera caminando juntos maestros, padres, alumnos podremos observar,
dentro de un año, que todos los esfuerzos habrán sido válidos y que al mismo
tiempo celebremos el éxito.
La
disciplina, tanto del que enseña, de los padres y los alumnos, es factor
primordial en ese empeño de crear todas las condiciones posibles para que la
felicidad se convierta en triunfo y entonces seguir adelante.