Confieso
que creí estar en las brumas de un sueño.
Sí,
porque los acontecimientos de este 17 de diciembre parecían estar más lejanos
en el tiempo.
Relaciones
diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba es un hecho que nadie esperaba en este
último mes del año 2014.
Pero
si ese acontecimiento era una quimera hasta ahora, también lo era la posible liberación de
los tres héroes cubanos presos en Estados Unidos por combatir el terrorismo
contra Cuba desde Miami.
Y
más porque entre los tres cubanos estaba uno sancionado a dos cadenas perpetuas
más 15 años de cárcel.
Gerardo
Hernández corría el riesgo de morir en prisión y de existir otra vida, también perecería,
pero si llegaba a sobrevivir, tendría entonces que cumplir 15 años más de
encierro.
Los
presidentes de ambos países, Barack Obama y Raúl Castro, hicieron los anuncios
correspondientes para anunciar al mundo el resultado de las conversaciones
sostenidas, con la anuencia de la Santa Sede.
Ya
en ese instante millones de cubanos llegaban a la emoción pues la lucha por el
regreso de los héroes estaba pactada hasta las últimas consecuencias.
Ha
sido un día marcado por la historia porque dos gobiernos en pugna por
divergencias ideológicas, acaban de realizar conversaciones al más alto nivel
con el interés de resolver los problemas que los alejan.
Como
consecuencia de esos encuentros, el contratista Alan Gross ya está con su
familia en Estados Unidos y los tres héroes cubanos pasarán las fiestas de fin
de año con sus madres, esposas e hijos.
Cuando
leí los editoriales del periódico norteamericano The New York Times, imaginé
que algo se estaba tramitando entre los dos gobiernos, dada la influencia de
ese diario en la política de Estados Unidos.
El
mundo entero ha reaccionado positivamente a las informaciones acerca del anuncio
del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba.
Han
sido más de cincuenta años de desencuentros, de política irracionales contra la
Isla, de aliento para la deserción de los profesionales de la salud y de multas
a bancos de de diversos países.
Las palabras
del presidente norteamericano reconociendo la ineficacia de la política hacia
Cuba, a pesar del bloqueo y de las acciones para subvertir el orden establecido
en Cuba, son una muestra de sensatez.
No
debe haber complejo alguno en reconocerle a Obama su valentía y su osadía al
conversar telefónicamente con Raúl, una señal del cambio de época en el
pensamiento del presidente norteamericano.
Ya
los héroes cubanos están en la patria envueltos en la alegría que expresa el
pueblo de la Isla, que sabía de la inocencia de Los Cinco, dos de las cuales ya
habían regresado.
Queda
mucho trabajo que hacer, un aspecto de los cuales tiene que ver con la
denominación de Cuba como país promotor del terrorismo, una decisión carente de
veracidad sostenida hasta ahora por Washington.
Por
supuesto que hay detractores de aquel lado de la orilla, muchos de los cuales
han estado viviendo de la llamado industria del anti castrismo por más de medio
siglo.
Pero
al final la luz esta brillando al final del túnel.
Esa
luz que debe convertirse en una relación de confianza entre las dos naciones,
ilumina al pueblo cubano y al pueblo norteamericano, que deben ser los grandes
vencedores en este conflicto.