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Por Esther Vivas
Adiós
a la sanidad pública. A partir de ahora se impone la "dictadura de
la cartera": pagar para que te operen cuanto antes, pagar para que
te trasladen en ambulancia, pagar por una habitación individual y
una butaca reclinable en el hospital, pagar, pagar y pagar. Así se
resume el futuro de nuestro maltrecho sistema sanitario. Con la
crisis todo tiene un precio, y la sanidad no es una excepción.
Se impone un modelo sanitario de primera y de segunda, en función
de la capacidad adquisitiva, ya no de los ciudadanos sino de los
clientes. Atrás quedaron los derechos universales. Todo se vende y
todo se compra. Y nosotros nos limitamos a abrir la billetera y a
abonar, si podemos, la cuenta. El hospital Sant Pau, en Barcelona,
ha puesto en marcha una vía que permite a los pacientes ser operados
al margen de las listas de espera, eso sí, previo pago de una
cuantiosa suma de euros. ¿Esperar más de ocho meses para que te
operen de várices? Qué va. Si tienes efectivo, directo al quirófano.
El hospital Clínic, en Barcelona, ha puesto en marcha, también,
un sistema de financiación paralelo al más puro estilo Sol Meliá.
"Confort y tranquilidad a su alcance", podría ser el anuncio de las
habitaciones individuales ofertadas a sus pacientes. Total: 70
euros, habitación individual más cama para acompañante. Oferta: 40,
habitación individual con butaca. Solo accesible, eso sí, a quienes
se lo puedan pagar. Y no es el único. Los hospitales de Vic, Berga,
La Seu d’Urgell, Blanes y Campdevànol ofrecen, también, sillas
reclinables al "módico" precio de 5 euros.
Ir al hospital se ha convertido en un gasto extra. Si hace años,
la hospitalización incluía agua, material higiénico, medicación,
toallas ahora ya no. A nuestros impuestos destinados al sistema
sanitario, hay que añadirles ahora, un desembolso adicional. O dicho
de otro modo: más copago, perdón, repago.
Los hospitales catalanes justifican estas medidas por los
recortes sanitarios. Y es cierto. Desde la llegada a la Generalitat
de Convergència i Unió, la política de las tijeras ha sido
implacable. Pero, asimismo, los casos de corrupción y malversación
de fondos no han dejado de salpicar la cúpula del sistema sanitario
en Catalunya. La ejecutiva del hospital Sant Pau está siendo
investigada, por el juzgado de instrucción número 22 de Barcelona,
por desfalco de fondos públicos, pago de sobresueldos a directivos,
indemnizaciones injustificadas, irregularidades en contratos
públicos, etc. Y mientras dicen no tener alternativas y recortar,
acumulan un patrimonio, como recientemente se ha descubierto, que
genera una renta anual de más de diez millones de euros. Que, por
cierto, nadie sabe dónde va a parar.
Los antiguos máximos responsables del Institut Català de la Salut
y el CatSalut Josep Prat y Carles Manté están acusados, asimismo, de
malversación y estafa con fondos del Ayuntamiento de Reus. En
concreto, se investigan pagos irregulares desde el Ayuntamiento de
Reus, en el que Josep Prat era el máximo responsable de la empresa
municipal Innova, a Carles Manté, por valor de 720 mil euros, entre
los años 2007 y 2011, por servicios que el mismo Ayuntamiento
considera inexistentes.
La revista comarcal CafèambLlet, con sus modestos recursos,
destapó, asimismo, la desaparición de 2,4 millones de euros de los
hospitales de Blanes y Calella, los pagos irregulares de 37 mil
euros, de dichos hospitales al exalcalde de Lloret de Mar Xavier
Crespo, hoy imputado en el Caso Clotilde, la entrega de 20 mil euros
por alquileres de los que no consta ningún contrato, el pago de 4
000 euros a un médico por una guardia de 12 horas, etc. La lista
resulta interminable. Estos casos son un claro ejemplo de cómo la
sanidad pública se ha convertido en un nido de corrupción, fraude y
robo a las arcas públicas.
Pero aquí no acaba la historia. Las actuales políticas de
recortes en el sistema sanitario tienen un impacto directo en
nuestras vidas.
O si no que se lo digan a Felipe Rivas, vecino de
Tarragona, que en diciembre del 2012 sufrió un infarto del miocardio
y al llegar al hospital Joan XXIII de Tarragona le dijeron que tenía
que desplazarse a Barcelona, porque la unidad que trata estos casos,
la única en la provincia de Tarragona, ya cerraba. Su horario: de
8:00 a.m. a 5:00 p.m. de lunes a viernes. No importa que el tiempo
sea un factor vital para salvar vidas en casos de infarto. De hecho,
el jefe del servicio de cardiología del hospital Joan XXIII, Alfredo
Bardají, admite que desde hace dos años reclaman que se amplíe dicha
jornada. Los recortes no lo permiten.
El cierre de centros de atención primaria, de urgencias
nocturnas, los recortes en ambulancias, la reducción en las ayudas
al fomento de la donación y el trasplante de órganos, y otros son
medidas que afectan de lleno nuestra salud. Apostar por los
servicios públicos, por la sanidad, al contrario de lo que nos
dicen, no es ningún gasto sino una inversión. Y un derecho que todos
tenemos y al que contribuimos con los impuestos que pagamos.
Pero, ¿hasta dónde hemos llegado? Ahora incluso El Corte Inglés
anuncia operaciones a la carta. Este es el caso de El Corte Inglés
de Princesa, en Madrid, que cuenta con un stand de HM
Hospitales que ofrece información sobre intervenciones médicas y
quirúrgicas de cataratas, várices, hernias, prótesis de cadera y
rodilla, hemorroides, y demás. Se informa de los servicios, de la
técnica de la operación, del tiempo estimado de ingreso, de las
tarifas, y si el cliente está interesado puede contar, además, con
la inestimable financiación de la tarjeta de El Corte Inglés.
La sanidad pública, junto con la educación, se ha convertido en
un jugoso pedazo del pastel que el capital privado espera repartirse
en el banquete de la crisis. La Sanidad S.A. ya ha llegado. En
nuestras manos está evitarlo. (Tomado de Público)
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