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La ciudad colombiana de Cartagena de Indias será sede de la VI
Cumbre de las Américas durante
.los
días 14 y 15 de abril. Una de las más notorias ironías de su
convocatoria, que tiene como lema central "Conectando las Américas:
Socios para la Prosperidad", es el mantenimiento por parte del
gobierno de los Estados Unidos, principal inspirador de estos
cónclaves, de su política de bloqueo y hostilidad contra Cuba, en la
que se inscribe claramente la exclusión de nuestro país de estas
reuniones.
Esta circunstancia hace difícil cumplir con el anunciado
propósito de la cita e ignora que tanto la conexión como la
prosperidad solo son alcanzables desde una perspectiva que tome en
consideración las propuestas que en este y otros temas de interés
político, económico y social defienden los países latinoamericanos y
caribeños, cuya mayoritaria opinión no puede ser soslayada
impunemente por la tradicional arrogancia estadounidense.
En la anterior cita hemisférica, efectuada en Trinidad y Tobago
en abril del 2009, los países de América Latina y del Caribe
manifestaron con claridad que resulta inaceptable que los Estados
Unidos enfoquen la cooperación con nuestra área desde una
perspectiva de subordinación. Llamaron entonces a construir un nuevo
orden regional que tomara en cuenta las transformaciones políticas
ocurridas en la región. En ese contexto, el levantamiento del
bloqueo impuesto a Cuba fue un reclamo unánime que devino tema
principal e ineludible en aquel cónclave.
Durante aquella cita, el recién estrenado nuevo mandatario
estadounidense habló de disposición a buscar "un nuevo comienzo con
Cuba", de comprometerse en un amplio espectro de temas con nuestro
país y de mover las relaciones bilaterales en una nueva dirección.
Sin embargo, y no por falta de movimiento o de iniciativas del lado
cubano, la política de los Estados Unidos se mantiene hoy estancada
en el mismo punto.
A tres años de aquel momento, con realidades palpablemente más
sólidas y promisorias, consolidado el proceso de unidad regional que
ha tomado cuerpo en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños, los países al sur del Río Bravo se ven obligados a
reiterar su rechazo a la exclusión de Cuba de la VI Cumbre de las
Américas, la que nuevamente se presenta como exigencia unilateral de
la política de Washington y portazo de la potencia norteña a esa
justa y solidaria demanda de la región.
El veto, una vez más, de las autoridades estadounidenses
demuestra fehacientemente que estas no albergan real voluntad para
"conectarse" con sus vecinos del Sur, ni para cambiar su política
agresiva contra nuestro país y evoca el lenguaje clásico de la
guerra fría, con el que se pretende justificar el hecho de que las
expresiones del gobierno de Obama relativas a un cambio de política
hacia Cuba no hayan trascendido la retórica. Nada ha cambiado en la
esencia de la política de hostilidad estadounidense hacia nuestro
país.
Además, ante la certeza de que Cuba no regresará a la OEA, ni le
interesa tener relación alguna con esa organización que ha servido
como plataforma de los Estados Unidos para agredir y expoliar a
América Latina y el Caribe, esas mismas autoridades han manifestado
que, incluso, el ingreso en la OEA no sería el elemento
indispensable para que Cuba participara en la cumbre.
Debe aclararse que, aunque se sirven de su aparato burocrático,
estas cumbres hemisféricas no forman parte de la estructura
institucional de la OEA, que tiene su propio foro de concertación a
nivel de jefes de Estado: la Asamblea General. Por tanto, carece de
fundamento intentar establecer un vínculo directo entre la posición
histórica de Cuba con respecto a la OEA, y su participación plena en
la Cumbre de Cartagena de Indias.
La VIII Reunión Extraordinaria del Consejo Político del ALBA,
celebrada en La Habana el pasado 15 de febrero, ratificó la demanda
de que los Estados Unidos pongan fin a la aplicación del bloqueo
económico, comercial y financiero contra Cuba e inicien un proceso
de diálogo basado en el respeto a nuestra soberanía y al derecho
inalienable del pueblo cubano a la autodeterminación. Asimismo,
rechazó las declaraciones emitidas por voceros y representantes del
gobierno de los Estados Unidos descartando la participación de Cuba
en la VI Cumbre de las Américas.
La cita realizó un llamado a las naciones de América Latina y del
Caribe para que, como en la V Cumbre hemisférica de Trinidad y
Tobago, renueven la demanda por el cese de esta irracional política.
A estas alturas de la historia, con una política exterior
huérfana de ética y una realidad social donde la indignación y el
cuestionamiento de los ciudadanos estadounidenses hacia su alabada
democracia crecen exponencialmente, resulta más endeble que nunca la
gastada retórica estadounidense sobre la supuesta ausencia de
democracia en Cuba para justificar el mantenimiento del bloqueo y la
exclusión de nuestro país de la Cumbre de Cartagena.
El gobierno de los Estados Unidos debería entender que, como
definió el presidente ecuatoriano Rafael Correa, nuestra región no
vive una época de cambios, sino un cambio de época. Mucho ha
cambiado en América Latina y el Caribe desde el lanzamiento en 1994
de estas Cumbres por los Estados Unidos, asociadas a su proyecto de
un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que por su
naturaleza anexionista fuera derrotado y enterrado en el encuentro
de Mar del Plata del año 2005.
La muerte de esa propuesta en el mismo foro concebido para darle
vida, constituye una reafirmación de soberanía de Nuestra América,
con base en el avance de las ideas de independencia, progreso social
y solidaridad regional, que hoy son más fuertes que entonces. Sin
embargo, el imperio no parece haber aprendido la lección y se empeña
en desoír el clamor que, desde las venas abiertas de América Latina
y del Caribe, demanda el cese del bloqueo a Cuba y rechaza su
exclusión de la Cumbre de Cartagena.
Cuba ha expresado que, en caso de ser invitada a esta Cumbre,
asistiría desde su tradicional política exterior de principios y que
lo haría con respeto.
¿Estará dispuesto el gobierno de Obama a asumir en Cartagena el
costo político de su obcecación hacia Cuba? La realidad dará las
respuestas, que con seguridad se corresponderán con la dignidad que
caracteriza a los pueblos de Nuestra América.
Tomado del periódico Granma
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