La noche de hoy promete ser
inolvidable, pues la cultura, a través de la danza y la música, construirá un
hermoso monumento a la felicidad.
Todos los buenos sentimientos, esos
que hacen crecer el alma, se pondrán sobre el escenario del Teatro Bayamo, para
enaltecer a los seres humanos que acudan para el disfrute.
No podía ser más atractiva la opción
teatral de esta noche, en la que confluirán, cuales torrentes de agua
cristalina, las musas que harán bailar a uno de los grandes.
Bayamo, ciudad agradecida, abrirá
sus brazos para arropar a un artista que se ha propuesto llegar hasta la
ciudad, en un afán de tocar las puertas de la gloria.
No trae en sus manos espejo alguno
para cautivar, trae sí, todo su talento, labrado en largas jornadas de ensayo,
que lo han premiado con elogios que honran su paso por la vida.
El ballet ganó a Carlos Acosta y él
lo retribuye marcando los pasos más fervorosos sobre el escenario, dibujando
con su cuerpo, cual pincel, las líneas que elevan su estatura artística.
Esta es la crónica de un éxito
anunciado, palabras que desbrozan el camino para quien esta noche desafiará la
fuerza de la gravedad con la levedad de sus movimientos.
Sí, esta noche el Teatro Bayamo se
estremecerá con la danza oceánica de Acosta, esa que une a tres continentes
para ser, sencillamente, una sola.
Cuando las cortinas corran señalando
el inicio de la función de Carlos Acosta y sus invitados, la cultura, a través
de la danza y la música, rebosará de placer el espíritu y el amor de los
presentes, quienes saldrán del teatro llevando en el alma el talento de un
hombre que bien pudiera llamarse ballet.
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