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Los cubanos de la
ultraderecha miamense constantemente piden que el socialismo imperante
en Cuba sea cambiado, y que allí se implante un verdadero sistema de
democracia representativa, en el que hayan elecciones periódicas y
donde, además, se multipliquen los partidos políticos. Es curioso ese
planteamiento de estos individuos que, mayoritariamente, buscan
asociarse políticamente con el ex dictador cubano Fulgencio Batista. Sin
reparar en que de la Cuba que dejó Batista cuando salió huyendo del
país hace más de cincuenta años, no queda ni el recuerdo, estos
elementos tratan de seguir viviendo en el pasado o en el pasado de sus
progenitores y exaltan al gobierno del antiguo dictador como modelo a
copiar de nuevo. Aún siguen hablando de restaurar en la isla la
constitución de 1940, sin tener en cuenta que fue esa constitución la
misma que, en marzo de 1952, su admirado caudillo tiró al cesto de
basura y empezó a gobernar por decretos, con aquellos famosos estatutos
constitucionales. Esa Cuba de los cincuentas ha sido transformada en
Miami, gracias a la amplia imaginación de estos personajes, en algo así
como una verdadera prolongación del paraíso celestial aquí en la
tierra.
En Cuba, según ellos, todo era maravilla, la gente
vivía feliz, bien alimentados y educados, la alegría del pueblo era
desbordante y el apoyo al sistema imperante era total. Es increíble que
una tesis como esa aún tenga vigencia en esta ciudad de Miami.
¿Si todo era así como lo pintan, cómo es que la Revolución triunfó con el apoyo aplastante de la población?
Lo curioso de todo esto es que algunos de los que proclaman estas ideas
apoyaron y aplaudieron la Revolución en diferentes etapas de sus vidas.
Hoy se han vuelto batistianos en este llamado exilio cubano que poco a
poco se ha ido disolviendo en la nada, para dar paso a una comunidad de
cubanos residentes en el exterior.
Esa comunidad de cubanos
tiene en este Condado de Miami Dade una ciudad que bien se podría decir
que es una pequeña copia de alguna ciudad de Cuba de los años cincuenta.
La ciudad en cuestión es Hialeah, la cual está poblada mayoritariamente
por cubanos. Desde hace más de cuarenta años que los funcionarios que
la controlan son de origen cubano. Alcalde, concejales, jefe de la
policía, bomberos, etc., son cubanos de nacimiento o son hijos en
primera generación de cubanos residentes aquí. En época de elecciones,
las calles se llenan de pasquines y la radio se llena de anuncios
electorales. Los candidatos se insultan unos a otros, mientras la
brujería y los robos de boletas se convierten en el orden del día. La
institución que fue tan famosa en la Cuba republicana, la de los
"manengues" y los sargentos políticos, ha surgido con tanta o más fuerza
que en aquella Cuba de antes del 59. La compra de votos, los muertos
votando, las boletas ausentes, etc., son cosa cotidiana en cada elección
que se lleva a cabo en Hialeah.
Ahora estamos en época de
elección. El martes 15 de noviembre se elegirá al alcalde y varios
concejales. Estas elecciones son de segunda vuelta, ya que los
candidatos no lograron recibir los votos necesarios para ser elegidos en
la primera. El alcalde actual fue nombrado provisionalmente ante la
renuncia del anterior, y ahora aspira a conseguir los votos que necesita
para un término regular en la alcaldía. Lo reta un veterano en la
política de esa ciudad, la que gobernó por veinte años. Los insultos que
se han dicho entre ambos candidatos han sido increíbles y algunos de
ellos imposible de radiar, debido al uso de malas palabras.
Aquí ha habido elecciones vergonzantes, pero creo que esta se lleva el
primer lugar. Tan es así que, hace unos días, se presentó en el recinto
en el que se llevaban a cabo votaciones anticipadas una guagua de
colegio y de ella se empezó a bajar un desfile de ancianos, algunos de
ellos con botellones de oxígeno, otros en sillas de rueda, en andadores,
con muletas, con bastones y uno que otro casi cargados. Era un
espectáculo horrible el ver a aquellos pobres infelices que habían sido
sacados de un asilo y llevados a aquel lugar para que votaran por el
alcalde actual. Cuando los reporteros le empezaron a hacer preguntas,
algunos no sabían ni sus nombres, otros eran retrasados o con
desequilibrios mentales. A uno de ellos se le cayó el pantalón y quedó
en culeros en plena vía pública. Según los reporteros, ninguno tenía
documentos para votar, pero sin que nada se explique hasta este momento,
votaron. No hay formas de describir aquel espectáculo vergonzoso, donde
la dignidad humana se arrastró por el piso. La dueña del asilo declaró
que esos ciudadanos tenían derecho al voto y que por lo tanto lo estaban
ejerciendo. Eran seres abandonados en la vida, que fueron utilizados
como bala de cañón para dispararle al enemigo. A pesar de que en Miami
se han visto cosas verdaderamente inverosímiles, este espectáculo
sobrepasó todas las medidas y los límites.
Me imagino que eso
será motivo de algún tipo de investigación por parte de las autoridades,
ya que este hecho ha sido motivo de escándalo público y las leyes de La
Florida no permiten que personas con discapacitación mental puedan
votar.
Esto se da en Hialeah, la ciudad más cubana de La
Florida y estas son la elecciones que quieren para Cuba estos elementos.
Esa es la Cuba que añoran, esa es la democracia representativa que
desean. Se van a quedar con las ganas de ver implantada en Cuba
semejante aberración.
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