¿Como serían aquellas llanuras de
hace cinco siglos en la comarca que hoy se conoce con el nombre de Bayamo?.
¿Qué imagen ofrecían los inmensos
bosques que pintaban de luces y colores esta zona de lo que es hoy la Ciudad Monumento Nacional?
¿Cómo sería aquel sonido emitido por
las aves de todas las especies en cada amanecer y cuales serían las flores que
emanaban sus olores tan agradables?
Y los seres humanos, cómo serían
aquellos aborígenes de los que solo tenemos descripciones procedentes de los
colonizadores?
El río, qué sinuosas formas tendría
esa vía fluvial, que antes y ahora sigue siendo un símbolo de esta zona de la
ahora provincia de Granma?
Son elucubraciones que surgen ante
el nuevo aniversario de la fundación española de Bayamo, donde los ibéricos
encontraron a los residentes de entones; los aborígenes.
Desde aquel instante han
transcurrido nada mas y nada menos que cuatrocientos noventa y ocho años, por
lo que Bayamo es una de las ciudades mas antiguas de América.
La ciudad se ama porque se deja
amar. La ciudad se quiere porque da nombre a los que nacen en ella, que es
simiente de orgullo sano, pero orgullo basado en su antigüedad.
En este momento el pensamiento nos
lleva a recordar a cuantos han tenido la honra de nacer en esta comunidad, que
con el paso de los años, ha ido creciendo para bien de todos.
Los bayameses, mediterráneos por
decisión de la naturaleza, llevan los símbolos locales por cualquier sitio del
mundo que visitan o donde residen de manera temporal o definitivamente.
Escuchar el nombre de Bayamo provoca
un sentimiento que se mezcla con la dignidad, el patriotismo, el amor, porque
está indisolublemente ligado a la historia de la patria.
Son casi quinientos años, medio
milenio, espacio de tiempo en el que se ha enraizado la bayamesidad de una
manera tal que no hay quien pueda despojarse de ella,
Bayamo, además de ser un pueblo
laborioso, amistoso, es también cruce de caminos, porque une, cohesiona y se
erige como valladar para la defensa de la cultura que ha creado.
Si para un cubano escuchar el Himno
Nacional constituye motivo de emoción patriótica, entonces cómo se manifestará
ese sentimiento al escucharlo un bayamés sabedor de su origen?
Y junto a ese símbolo de los
cubanos, Bayamo dio hombres y mujeres que han dado ejemplos extraordinarios por
su pensamiento y acción.
José Antonio Saco, Juan Clemente
Zenea, Tristán de Jesús Medina, son parte de una pléyade inolvidable de la
intelectualidad de entonces y de estos tiempos.
Carlos Manuel de Céspedes, Francisco
Vicente Aguilera, Perucho Figueredo, José Joaquín Palma, Francisco Maceo
Osorio, Manuel Muñoz Cedeño, marcan de manera definitiva nuestras vidas.
Bayamo tiene presentes también a Vicente
Quesada, Abihaíl González, Lorenzo Véliz, Rubén Nogueras, Mardonio Hechavarría,
Los Hermanos Lotty, Mario Alarcón,
Gilberto López Bosch y a otros tantos asesinados por la dictadura
batistiana.
Es momento para el recuento y este
no podría hacerse sin mencionar a alguien que llegó de otros lares, pero aquí
forjó sentimientos y amor por Bayamo: Enrique Orlando Lacalle y Zouquet.
Con sano orgullo llevamos en el alma
La Canción La
Bayamesa, un homenaje a Luz Vázquez que se transmite de generación en
generación a todas las mujeres de la ciudad.
Así, con una historia que se escribe
de manera cotidiana, Bayamo tiene la
Plaza de la
Revolución, la
Plaza del Himno Nacional, la Plaza de la Patria, el Paseo General García, el Retablo de
los Héroes, y el Parque Museo Ñico López.
Son 498 años de una ciudad, que en
cada amanecer pinta con sus habitantes el paisaje más hermoso, el del futuro.
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