Mañana es el debate del tema bloqueo. Estados Unidos siempre aduce
que la denuncia contra esa criminal política que le impone a Cuba no
es asunto apropiado para discutirse en las Naciones Unidas, pues
cada gobierno tiene derecho de seleccionar con quiénes desea tener
relaciones y por eso, como la Isla es para ellos un asunto interno,
lo que tienen establecido contra ella es un embargo.
Ciertamente, las relaciones bilaterales no deben ser discutidas
en las Naciones Unidas, pero el asunto entre Cuba y Estados Unidos
no es un problema semántico. No es que uno hable de bloqueo y otro
de embargo.
Cuando se dice bloqueo no se trata de que Estados Unidos no
quiera comerciar con Cuba y los cubanos estemos en la pretensión de
obligarlo a hacerlo; se trata de la impedimenta constante, para lo
cual ha establecido un conjunto de leyes congresionales, decretos y
enmiendas presidenciales, algo insólito en las relaciones
internacionales, para estrangular a un país con el cual no tiene una
declaración de guerra, cuyas medidas alcanzan a terceros países con
diversas presiones, mediante disímiles procedimientos de chantaje,
tanto a las empresas gubernamentales como a las privadas. Como
expresión punitiva de esa política, bastaría solo mencionar las
leyes Torricelli y Helms-Burton.
No es embargo, sino bloqueo, porque de forma extraterritorial se
extiende la jurisdicción estadounidense a terceros países impidiendo
sistemáticamente la exportación a Cuba de productos que contengan
procesos y tecnologías originados en los Estados Unidos, se prohíbe
a las subsidiarias que operan con capital estadounidense en terceros
países, a establecer lazos comerciales y económicos con Cuba, y se
proscribe la importación a Estados Unidos de productos cubanos,
incluso en los casos en que son simples
componentes de manufacturas y semimanufacturas producidas también
por terceros países y, además, esa política ilegal e incivilizada
boicotea cualquier gestión ante las instituciones financieras y
crediticias, a quienes les imponen severas sanciones.
En innumerables ocasiones la posibilidad para Cuba de importar
productos dirigidos a satisfacer necesidades básicas humanas han
sido bloqueadas no solo en Estados Unidos. Las presiones
norteamericanas han sido muy fuertes sobre otros países para
impedirlo, o lo han imposibilitado las propias regulaciones del
bloqueo que impiden la comercialización con Cuba de productos de
origen norteamericano o que contengan componentes o materias primas
norteamericanas en más de un diez por ciento, sin que para ello se
establezca ningún tipo de excepción.
Acorde a las regulaciones del bloqueo, Estados Unidos prohíbe la
exportación a Cuba directa o indirectamente de cualquier producto
que contenga componentes o materiales norteamericanos, aún en el
caso de que esa parte componente o materia prima se haya
transformado completamente en el nuevo producto y a pesar de que
este haya sido manufacturado por completo en un tercer país.
No existe en este sentido ninguna excepción expresa en el caso de
los medicamentos, desde que en mayo de 1964 quedaron sujetos a la
emisión de licencias específicas validadas por parte del
Departamento de Comercio de Estados Unidos.
Es más, la sección 385.1 dispuso que, como parte de la política
exterior del Gobierno de Estados Unidos, se requería de aprobación
previa del Departamento de Comercio para exportar o reexportar
virtualmente cualquier producto o información técnica de origen
norteamericano a Cuba, agregando que la política general de dicho
Departamento era la de rechazar todas las solicitudes o peticiones
en este sentido, excepto en el caso de ciertas transacciones de tipo
humanitario.
Pero, ¿qué entiende Estados Unidos por transacciones de tipo
humanitario? Nuevamente Cuba puede presentar innumerables ejemplos
en este sentido, y mostrar la imposibilidad de adquirir
equipamientos médicos y de laboratorios, incluso para el diagnóstico
de enfermedades como el cáncer, así como de medicamentos y reactivos
producidos por laboratorios norteamericanos, entre otros.
Está claro que esto de las relaciones bilaterales es un sesgo
evasivo, tratan de eludir la discusión del tema por las
implicaciones negativas que puede tener el debate para ellos en el
plano internacional, dado lo impopular, irracional e inefectiva que
resulta esta política genocida, y que es bloqueo.
Tomado del periódico Granma
No hay comentarios:
Publicar un comentario