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Hace 35 años, 73 vidas fueron segadas en un monstruoso acto
terrorista que, organizado y perpetrado con el conocimiento del
Gobierno de los Estados Unidos, hizo estallar en pleno vuelo una
aeronave cubana. Los Mártires de Barbados, como los conoce
nuestro pueblo, se sumaron a las cuantiosas víctimas por las que aún
reclamamos justicia.
Todavía hoy a uno de los autores de este criminal acto
terrorista, Luis Posada Carriles, el Gobierno de los Estados Unidos
se resiste a juzgarlo en su condición de asesino confeso y
terrorista en activo.
Cuba es uno de los pueblos del mundo sobre el cual el flagelo del
terrorismo se ha ensañado de manera brutal y despiadada. Desde hace
más de 50 años ha tenido que encarar una política de terrorismo de
Estado criminal y sistemática.
Todas las variantes han sido aplicadas contra el pueblo cubano,
desde la agresión militar, bombardeos, incendios, secuestros de
aeronaves, barcos y ciudadanos de nuestro país, hasta atentados
contra las sedes diplomáticas, incluyendo el asesinato de sus
integrantes, así como el ametrallamiento a decenas de instalaciones
cubanas, además del fomento de viles planes contra la salud de la
población, como parte de la guerra biológica, la introducción de
plagas en los principales cultivos del territorio nacional: han
acudido a los más miserables procedimientos con el fin de destruir
la vida social y económica de la nación.
Junto a ello, las acciones del genocida bloqueo económico,
comercial y financiero al cual se han tenido que enfrentar los
cubanos y cubanas de varias generaciones.
Fueron y son parte de esa política las mentiras de los grandes
emporios transnacionales de la información en pos de satanizar a
Cuba y conseguir pretextos que justifiquen escaladas para sanciones
internacionales. Su objetivo es fabricar situaciones que muestren al
mundo descontento, desgobierno y desobediencia civil, para conseguir
las ya conocidas supuestas "ayudas a civiles" que, como se ha visto,
ha sido una nueva modalidad política de intervención.
A esas criminales maneras de actuar se suman los cientos de
planes de atentados concebidos contra el liderazgo de la Revolución,
fundamentalmente los que pretendían asesinar al Comandante en Jefe
Fidel Castro y a otros principales dirigentes.
Bastaría recordar que solo en 18 meses, desde la aprobación de la
operación Mangosta en 1962 y hasta 1963, implementada por el
Gobierno de John F. Kennedy, se perpetraron contra Cuba más de 5 700
acciones terroristas, de las cuales unas 700 fueron contra
instalaciones industriales.
A causa de esa política de terrorismo de Estado, 3 mil 478
cubanos murieron víctimas de esas canallescas acciones y 2 mil 99
quedaron incapacitados para siempre.
Lo más espurio ha sido la continua desvergüenza del Gobierno
norteamericano de incluir a Cuba en la lista de países que
patrocinan el terrorismo para intentar una justificación ante la
opinión pública de su criminal política de agresiones.
Cuba y su Revolución han sostenido una vertical actitud de
enfrentamiento al terrorismo. Nuestro país ha sido ejemplo de una
conducta intachable para encarar esa bárbara política de agresión.
Sobran ejemplos que lo demuestran.
Desde fecha tan temprana como febrero de 1973, Cuba suscribió un
acuerdo sobre piratería aérea, marítima y otros delitos con el
Gobierno de los Estados Unidos, que al decir del líder de la
Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, tres años después, en la
despedida de duelo de las víctimas del Crimen de Barbados, "fue por
parte de nuestro país una importante contribución a la solución del
grave problema mundial de los secuestros de aviones".
En el momento más tenso de las relaciones bilaterales con la
Administración Reagan, cuando la plataforma política
neoconservadora, conocida como Programa de Santa Fe, establecía el
principio de que "hay que hacerle pagar caro a La Habana el costo
del desafío", las autoridades cubanas obtuvieron evidencias
sobre los preparativos de un plan para atentar contra el presidente
Ronald Reagan y no se vaciló ni un instante en poner en conocimiento
al Gobierno de los Estados Unidos de esta información.
En su discurso del 20 de mayo del 2005, titulado La
conducta diferente, el compañero Fidel explicó cómo el
Gobierno cubano entregó el 6 de mayo de 1998 a la Administración
Clinton, por intermedio del escritor y Premio Nobel, Gabriel García
Márquez, alertas sobre planes terroristas que se preveían realizar
contra líneas aéreas comerciales que viajaban hacia Cuba desde
Centroamérica.
A principios de junio de aquel año vino a La Habana una
delegación de oficiales del Buró Federal de Investigaciones (FBI), a
quienes se les entregó valiosa, abundante y pormenorizada
información documental y testimonial sobre las actividades de
terroristas en suelo norteamericano con ramificaciones en
Centroamérica. El FBI constató la inestimable pesquisa contenida en
aquellos cerca de 200 folios que les fueron entregados.
Sin embargo, no hubo un terrorista detenido, ninguna señal de
acción. La respuesta, en menos de tres meses, fue la detención de
los Cinco Héroes, la principal fuente de aquella valiosa información
y quienes evitaron con su valiente, humana y ética conducta, al
servicio de una causa justa y necesaria, que hubiera muchos más
crímenes como el de Barbados. Ellos salvaron las vidas de cientos de
cubanos y norteamericanos y de personas de otras nacionalidades.
La injusta prisión, el amañado y arbitrario juicio, la forma
inhumana en que han sido tratados, con los peligros y tensiones en
las cárceles, son crueles evidencias del doble rasero de la política
estadounidense en su llamada lucha contra el terrorismo. Su más
reciente reflejo es el trato que se le quiere imponer a René
González con la "libertad supervisada" durante tres años cuando
salga mañana tras 13 años en prisión.
Se respeta muy poco ese Gobierno, respeta muy poco a sus propios
muertos del 11 de septiembre, manteniendo confinados a estos hombres
que justamente lo único que hicieron fue impedir que sucedieran
actos como los que ocurrieron aquel día e imponiéndoles, como dice
el texto de la sentencia de la jueza de Miami "como una condición
especial adicional de la libertad supervisada se le prohíbe al
acusado acercarse a/o visitar lugares específicos donde se sabe que
están o frecuentan individuos o grupos terroristas"; o sea que
una autoridad judicial reconoce que en una ciudad (Miami) del país
que lanzó la cruzada contra el terrorismo, viven y siguen
conspirando sin mayor impedimento de las autoridades sujetos de
extrema violencia.
Los cubanos nos enorgullecemos de ser solidarios. La cooperación
de Cuba con los Estados Unidos en materia de terrorismo ha sido
permanente. Cuando ocurrieron los hechos criminales de aquel acto
monstruoso del 11 de septiembre de 2001, Cuba fue de los primeros
países que reaccionó de inmediato de manera condenatoria contra esa
barbarie y ofreció al pueblo norteamericano su cooperación inmediata
ofreciendo facilidades de uso de todos sus aeropuertos ante la
gravedad que asumía en ese momento el control del tráfico aéreo
estadounidense, también el envío de plasma sanguíneo y de
especialistas médicos.
Por Ley, en Cuba, el 6 de octubre es el Día de las Víctimas del
Terrorismo de Estado, el cual rinde sentido y eterno homenaje a los
caídos y donde se fija la inclaudicable y firme posición de este
pedazo de tierra del Caribe: El Gobierno y pueblo cubanos
reafirman su decisión de continuar condenando y enfrentando el
terrorismo en todas sus formas y manifestaciones, en particular el
terrorismo de Estado, dondequiera que se cometa y cualesquiera que
sean las razones esgrimidas por sus autores.
Nuestro país ha suscrito los 13 convenios internacionales
existentes en esa materia y cumple estrictamente los compromisos y
obligaciones emanados de las resoluciones de la Asamblea General y
del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas; la Asamblea
Nacional del Poder Popular aprobó en el 2001 la Ley contra actos de
terrorismo; se ha seguido la misma línea de cooperar con los Estados
Unidos en esta materia, expresada nuevamente en noviembre y
diciembre del 2001, marzo del 2002 y julio del 2009, lo cual ha sido
reiterado en varios discursos por el Presidente de los Consejos de
Estado y de Ministros, así como lo ha hecho recientemente el
Canciller ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Cuba no
ha recibido respuesta alguna por parte del Gobierno de los Estados
Unidos.
Por eso indigna la manera como ha actuado el Gobierno de los
Estados Unidos frente a los asesinos, quienes se pasean libremente
por las calles de Miami, sobre todo Luis Posada Carriles tras todo
el escandaloso proceso que culminó con su absolución y refugio, como
anteriormente había ocurrido con Orlando Bosh Ávila, a quien George
Bush padre le concedió el perdón presidencial pese a todas las
evidencias de actividad terrorista.
El dolor causado a nuestro pueblo se multiplica ante la
impunidad. Todavía hoy lloramos junto a los seres queridos de las
víctimas del abominable crimen, pero hemos y continuaremos haciendo
valer la sentencia de Fidel en el sepelio de los caídos: ¡Cuando
un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla!
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