En la cárcel estatal del oeste de Pensilvania, en Woods Run, Pitsburgo, tanto presos como guardias han hecho más infernal de lo usual el fenómeno de ser prisionero.
Eso porque, según por lo menos por un reportaje difundido por radio, hombres detenidos en mínima y media seguridad, particularmente aquellos convictos de asaltos sexuales contra menores, fueron violados sexualmente por otros presos –y por varios guardias– con los directivos de la prisión haciéndose de la vista gorda.
Aún cuando el reportaje radial no fué confirmado, el Departamento de Prisiones de Pensilvania, (DOC, por su nombre en inglés) hizo algo sin precedentes: despidió al vigilante de la cárcel, a dos diputados superintendentes, y al jefe de la prisión –algo virtualmente jamás visto en el negocio de las cárceles.
Ocho guardias fueron suspendidos sin sueldo a comienzos de este año (aún cuando siete de ellos no han sido públicamente identificados).
Un gran jurado del Condado de Allegheny está investigando en este momento los cargos de abuso sexual. Ningún oficial del gobierno del estado ha hecho comentarios públicos sobre las acusaciones, pero, sin lugar a dudas, el despido de las más altas autoridades de la prisión indica que, “algo está podrido en Dinamarca”.
Lo que tienen estos incidentes particularmente patéticos es el estado de esa prisión de Pitsburgo, cerrada en 2005 por causas de dinero y seguridad. Ya no es la prisión de alta seguridad que era antes. Reabrió en 2007 como centro médico, una forma de unidad médica para hombres con adicciones, con enfermedades fisicas relacionadas con la edad; o con serios problemas sicológicos. Por esa razón fué reclasificada como prisión de mínima y mediana seguridad.
Que estos hombres, a quienes se les prometió tratamiento médico, fueran tratados tan malamente por otros presos –y como dice el reportaje también por los mismos guardias– nos da una idea precisamente de lo horrible en lo que se han convertido los “centros de correcciones” norteamericanos.
¿Quién se va a sorprender cuando se sabe que soldados norteamericanos, muchos de los cuales han trabajado como guardias en las cárceles de sus estados, se portan tan mal en Irak y en otros lugares en el extranjero?
Por Mumia Abu-Jamal
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