El editorial con que Página 12 introduce sus revelaciones da un enfoque hasta ahora escaso entre sus privilegiados colegas del Norte:
“Los textos obtenidos por Wikileaks fueron escritos por la diplomacia norteamericana. Tienen énfasis y obsesiones. Son notorias sus diferencias de calidad en la apreciación de una situación u otra y el sesgo de sus análisis. Se ve de manera nítida la forma hegemónica de relacionarse con el resto del mundo. Los diplomáticos no sólo preguntan. También influyen y presionan para impulsar sus intereses económicos, estratégicos y militares.”
Es una pena que, a diferencia de la información entregada inicialmente a cinco grandes medios, esta vez periódicos de gran prestigio como La Jornada y Página 12, que históricamente han tenido una visión crítica de las políticas norteamericanas hacia América Latina, sólo puedan disponer de los despachos relacionados con los países donde están enclavadas sus redacciones .
Aún así, ya empiezan los juicios preventivos desde el Norte revuelto y brutal que nos desprecia. “No es posible pensar que los diarios harán publicaciones objetivas, sino que tratarán de reforzar el mensaje que envían desde el punto de vista político y en función a su propio interés para suscitar la atención del público”, ha dicho a la BBC un “experto” de una Universidad en Washington, comentando el editorial de Página 12. Una opinión que había escaseado mientras los cables no llegaron a publicaciones latinoamericanas. Muestra de que en el ámbito mediático predomina la costra tenaz del coloniaje que discrimina a quienes llevamos más de doscientos años sufriendo a manos de los autores de los cables.
Medios que impactan en toda Latinoamérica como Rebelión o Telesur pudieran reclamar con absoluta razón tener acceso a la totalidad de los despachos relacionados con el subcontinente, pero quizás sea demasiado pedir. Seamos más modestos, solicitemos del lobo sólo un humilde pelo. El hecho de ser Cuba la principal víctima de los “énfasis y obsesiones” norteamericanos en los últimos cincuenta años, justifica la herética idea de que Wikileaks suministre a un medio como Cubadebate -que ha venido siguiendo puntualmente todo el proceso de las filtraciones- los documentos relacionados con la Isla. Sólo por ver el rostro de Hillary Clinton o Barak Obama ante el suceso, y disfrutar las opiniones de los “expertos” en Washington, valdría la pena…
Tomado de La Pupila Imsomne
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