Una visita a un centro de espiritismo de cordón en Bayamo nos muestra que el altar constituye el espacio de mayor devoción, recogimiento y concentración de elementos simbólicos y rituales. Su signo más emblemático, además de un gran rótulo con el nombre del centro, sociedad o plantel, es la presencia de una cruz de proporciones significativas que puede estar suspendida en la pared, encima de la mesa decorada o colocada frente al altar. Alrededor de ella aparecen casi siempre otras de pequeña dimensión. Todas poseen el mismo significado de expiación y redención cristiana, por eso en algunos lugares se acompañan con la representación del Cristo crucificado. Frente a la gran cruz se hacen a veces oraciones e invocaciones propiciatorias antes de comenzar la ceremonia. Esta devoción cristiana en ocasiones se enfatiza con la colocación de grandes iconografías de Jesucristo y otras del Sagrado Corazón.
Otras imágenes del santuario católico que pueden verse en los altares son las de San Rafael, Médico Divino y la del Santo Niño de Atocha, los cuales se evocan como espíritus puros más elevados, directos mensajeros de la Providencia Divina, según los ordenes o planos de las entidades celestiales establecidos por Kardec. Portadores de esa idea de pureza de la obra espiritual son también los paños y banderas blancas, junto al vestuario de este color que a veces llevan los feligreses. La paloma como símbolo de la paz universal está presente también en muchos lugares. Se representa además, en ocasiones, una antorcha encendida, como signo de la iluminación hacia el camino de la evolución y el progreso espiritual.
El recurso de superposición y contraste de las iconografías se vuelve más creativo y simbólico en el tratamiento de las fotos o retratos de los fallecidos, con el que se pretende establecer una gradación y valoración jerarquizadas. En la dimensión de las imágenes está representado su grado de influencia espiritual o afectiva. En el caso de Monte Oscuro la más significativa es la de Salustiano Olivera, éste aparece también en los centros más antiguos, donde se reconoce su influencia.
Las fotografías del fundador del centro, cuando es fallecido, y la del que se considera su espíritu guía, cuando no coinciden, son frecuentes. Según el parecer de varios creyentes, esas imágenes no tienen un carácter sacralizado ni devocionario, sino que constituyen parte de la historia de la institución, algunas por ser de antiguos afiliados y otras de familiares no creyentes, que por razones sentimentales se conservan. Aparecen otras incluso de motivos patrióticos como las de Martí, Maceo, Céspedes, el Che, Camilo Cienfuegos, y otros héroes y mártires de la Revolución.
Otros elementos presentes en los altares son las flores y gajos. En la filosofía de algunos cordoneros las flores simbolizan la creación divina, su belleza y aroma son algo inconcebible por el hombre. Otros las ven como un recurso para que los espíritus obsesores de los recién fallecidos se reconozcan en su nueva existencia celestial y asuman con resignación las pruebas por sus imperfecciones en la vida material. Por esta misma "Ley" que, citando a Kardec, nombran "De Causa y Efecto", es que las velas se utilizan en raras ocasiones, ya que según ellos cada espíritu alcanzará el grado de iluminación y elevación que se halla ganado en la tierra.
A los gajos se le atribuyen varias funciones. Una es la de propiciar el recogimiento y la concentración en la obra espiritual con sus aromas y fluidos magnéticos; otras son sus propiedades medicinales; y por último, los atributos de despojo y rompimiento con los daños y las malas obras, manifiestos desde su propia nominación popular como: abrecámino, rompesaragúey, vencedor, etcétera. Muchos creyentes, sin embargo, alegando el precepto kardeciano de que "la forma es nada y el pensamiento todo", no le conceden ningún contenido espiritual a los que ellos llaman "elementos materiales" (flores, gajos y velas), solo los consideran una tradición que deben preservar para mantener la memoria de sus antepasados.
Factores de índole cultural, relacionados con el proceso de conformación de nuestra identidad y otras particularidades de carácter histórico y socioeconómico, aún poco estudiados, posibilitaron la propagación del espiritismo de cordón en el valle del Cauto. Debido a la evolución particular que tuvo en la ciudad de Bayamo, desde sus orígenes fue más influenciado por el espiritismo científico, se apegó a la doctrina kardeciana y rechazó la influencia de las religiones sincréticas de origen africano, por considerarlas obras impuras y de atraso. Esta inclinación obedeció más a sus basamentos éticos y doctrinarios que a una definida postura de discriminación racial; aunque el elemento africano y su influjo cultural no fueron preponderantes en la región.
Estas circunstancias han propiciado que la composición social de los practicantes actuales del espiritismo de cordón sea muy heterogénea. Si analizamos la variable del sexo veremos que la presencia femenina es predominante solo en alrededor de un 65%. No puede hablarse en estos casos de una absoluta hegemonía patriarcal en la constitución de las directivas de los centros, pues en un 40% sus presidentes o directores fueron o son mujeres. En cuanto al siempre polémico indicador racial, se comporta de forma balanceada, sin que pueda destacarse la primacía de ninguno de los estereotipos convencionales (negro, blanco o mulato). Con respecto a la edad, un indicador a veces sobredimensionado al hablar del envejecimiento de la población espiritista, existe un 40 % que rebasa los 50 años, pero el resto es una población adulta oscilante entre los 30 y 40 años. Llama la atención una marcada tendencia a renovar la directiva con personas jóvenes, sin que por ello se deniegue el prestigio y la jerarquía de los veteranos.
El nivel profesional y el grado de escolaridad es otro indicador polémico a la hora de considerar en términos generales el estatus social de los feligreses. Aunque asiste un número elevado de amas de casas y personas jubiladas, cuyo nivel promedio de escolaridad es de 9no grado (45%), también acude una buena representación de técnicos medios y graduados de 12 grado (30 %). Es significativa la presencia no despreciable de profesionales de los sectores de la salud, educación y graduados en otras especialidades de la Educación Superior (20 %).
En general puede decirse que en la ciudad de Bayamo el espiritismo de cordón no es una práctica asumida por individuos marginales o sin empleo laboral estable, y mucho menos por personas en su mayoría con condiciones de vida precarias y bajos niveles culturales. Se trata simplemente de los sectores medios de la población. Ya lo advirtió Fernando Ortiz después de visitar algunos de estos centros en 1948: "Todo el pueblo está allí representado. No hay distinciones de sexo, colores, ni clases. Quienquiera, si lo admiten como individuo de buena fe, puede ser cordonero y en el centro desempeñar alguna función directiva de la cofradía o de las ceremonias, según sus facultades".
Otras imágenes del santuario católico que pueden verse en los altares son las de San Rafael, Médico Divino y la del Santo Niño de Atocha, los cuales se evocan como espíritus puros más elevados, directos mensajeros de la Providencia Divina, según los ordenes o planos de las entidades celestiales establecidos por Kardec. Portadores de esa idea de pureza de la obra espiritual son también los paños y banderas blancas, junto al vestuario de este color que a veces llevan los feligreses. La paloma como símbolo de la paz universal está presente también en muchos lugares. Se representa además, en ocasiones, una antorcha encendida, como signo de la iluminación hacia el camino de la evolución y el progreso espiritual.
El recurso de superposición y contraste de las iconografías se vuelve más creativo y simbólico en el tratamiento de las fotos o retratos de los fallecidos, con el que se pretende establecer una gradación y valoración jerarquizadas. En la dimensión de las imágenes está representado su grado de influencia espiritual o afectiva. En el caso de Monte Oscuro la más significativa es la de Salustiano Olivera, éste aparece también en los centros más antiguos, donde se reconoce su influencia.
Las fotografías del fundador del centro, cuando es fallecido, y la del que se considera su espíritu guía, cuando no coinciden, son frecuentes. Según el parecer de varios creyentes, esas imágenes no tienen un carácter sacralizado ni devocionario, sino que constituyen parte de la historia de la institución, algunas por ser de antiguos afiliados y otras de familiares no creyentes, que por razones sentimentales se conservan. Aparecen otras incluso de motivos patrióticos como las de Martí, Maceo, Céspedes, el Che, Camilo Cienfuegos, y otros héroes y mártires de la Revolución.
Otros elementos presentes en los altares son las flores y gajos. En la filosofía de algunos cordoneros las flores simbolizan la creación divina, su belleza y aroma son algo inconcebible por el hombre. Otros las ven como un recurso para que los espíritus obsesores de los recién fallecidos se reconozcan en su nueva existencia celestial y asuman con resignación las pruebas por sus imperfecciones en la vida material. Por esta misma "Ley" que, citando a Kardec, nombran "De Causa y Efecto", es que las velas se utilizan en raras ocasiones, ya que según ellos cada espíritu alcanzará el grado de iluminación y elevación que se halla ganado en la tierra.
A los gajos se le atribuyen varias funciones. Una es la de propiciar el recogimiento y la concentración en la obra espiritual con sus aromas y fluidos magnéticos; otras son sus propiedades medicinales; y por último, los atributos de despojo y rompimiento con los daños y las malas obras, manifiestos desde su propia nominación popular como: abrecámino, rompesaragúey, vencedor, etcétera. Muchos creyentes, sin embargo, alegando el precepto kardeciano de que "la forma es nada y el pensamiento todo", no le conceden ningún contenido espiritual a los que ellos llaman "elementos materiales" (flores, gajos y velas), solo los consideran una tradición que deben preservar para mantener la memoria de sus antepasados.
Factores de índole cultural, relacionados con el proceso de conformación de nuestra identidad y otras particularidades de carácter histórico y socioeconómico, aún poco estudiados, posibilitaron la propagación del espiritismo de cordón en el valle del Cauto. Debido a la evolución particular que tuvo en la ciudad de Bayamo, desde sus orígenes fue más influenciado por el espiritismo científico, se apegó a la doctrina kardeciana y rechazó la influencia de las religiones sincréticas de origen africano, por considerarlas obras impuras y de atraso. Esta inclinación obedeció más a sus basamentos éticos y doctrinarios que a una definida postura de discriminación racial; aunque el elemento africano y su influjo cultural no fueron preponderantes en la región.
Estas circunstancias han propiciado que la composición social de los practicantes actuales del espiritismo de cordón sea muy heterogénea. Si analizamos la variable del sexo veremos que la presencia femenina es predominante solo en alrededor de un 65%. No puede hablarse en estos casos de una absoluta hegemonía patriarcal en la constitución de las directivas de los centros, pues en un 40% sus presidentes o directores fueron o son mujeres. En cuanto al siempre polémico indicador racial, se comporta de forma balanceada, sin que pueda destacarse la primacía de ninguno de los estereotipos convencionales (negro, blanco o mulato). Con respecto a la edad, un indicador a veces sobredimensionado al hablar del envejecimiento de la población espiritista, existe un 40 % que rebasa los 50 años, pero el resto es una población adulta oscilante entre los 30 y 40 años. Llama la atención una marcada tendencia a renovar la directiva con personas jóvenes, sin que por ello se deniegue el prestigio y la jerarquía de los veteranos.
El nivel profesional y el grado de escolaridad es otro indicador polémico a la hora de considerar en términos generales el estatus social de los feligreses. Aunque asiste un número elevado de amas de casas y personas jubiladas, cuyo nivel promedio de escolaridad es de 9no grado (45%), también acude una buena representación de técnicos medios y graduados de 12 grado (30 %). Es significativa la presencia no despreciable de profesionales de los sectores de la salud, educación y graduados en otras especialidades de la Educación Superior (20 %).
En general puede decirse que en la ciudad de Bayamo el espiritismo de cordón no es una práctica asumida por individuos marginales o sin empleo laboral estable, y mucho menos por personas en su mayoría con condiciones de vida precarias y bajos niveles culturales. Se trata simplemente de los sectores medios de la población. Ya lo advirtió Fernando Ortiz después de visitar algunos de estos centros en 1948: "Todo el pueblo está allí representado. No hay distinciones de sexo, colores, ni clases. Quienquiera, si lo admiten como individuo de buena fe, puede ser cordonero y en el centro desempeñar alguna función directiva de la cofradía o de las ceremonias, según sus facultades".
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