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domingo, 17 de octubre de 2010

FIESTA DE LA CUBANÍA: UNA FORTALEZA DE NUESTRA CULTURA

Todas las esencias de nuestra cultura, pasaron, como en revista, por la Plaza de la Revolución bayamesa, simbólico sitio fundacional de la historia de la Isla, en el desfile inaugural de la decimosexta edición de la Fiesta de la Fiesta de la Cubanía, en la Ciudad Monumento Nacional.

Los matices que conforman la cultura cubana, ese ajiaco, como la llamó el ilustre pensador, tuvieron su espacio, para poner de manifiesto la vitalidad, la fortaleza que constituye para los cubanos esta celebración que tiene, como fecha sublime el 20 de octubre.

Se trata de un aniversario mas de la interpretación pública del Himno Nacional Cubano, por su autor, partícipe en la Toma de la Ciudad, y que al obtenerse la victoria sobre los peninsulares, puso la letra a aquella música que sí tenia origen bélico.

Mañana de domingo, esplendorosa en el nítido cielo azul de la Patria, propició la acción de todas las manifestaciones del arte, esa amalgama de ritmos, colores y raíces que pintó a nuestra primigenia plaza, con los colores de nuestra enseña nacional, teniendo a Céspedes y a Figueredo como escoltas de la misma.

Y hubo palabras que dibujaron el canto épico de nuestros próceres, con el Espejo de Paciencia, obra literaria que alcanzó dimensiones hermosas a través de la danza de cuerpos juveniles que adornaron con el esplendor de lo nuevo, aquellas imágenes inolvidables.

La Bayamesa volvió a seducirnos envuelta en las voces y notas de Céspedes, Fornaris y Lucas del Castillo, en serenata diurna que Luz Vázquez inspiró para hacer del amanecer algo diferente a lo habitual.

De pronto irrumpieron Las Hormiguitas Laboriosas, los bailes de casino que llegaron desde lo alto de la montaña, los teatreros de esa guerrilla que sigue disparando amores en la serranía y unos niños repentistas que cantaron con la fuerza de sus emociones.

Como en un Jardín de Fantasía, prosiguió la apertura de la Fiesta de la Cubanía, combinación de payasos, actos circenses y los ritmos africanos que nos distinguen, para desembocar, con el frenesí de la corneta china y los tambores de Chaparra, en un final de pasos y cantos, de sudor y efervescencia.
Autor> David Rodriguez

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