Un obrero de la construcción, en España, lleva más de un mes arriesgando su vida en lo alto de una grúa, soportando temperaturas de hasta diez grados bajo cero, lluvias y fuertes vientos, a más de cuarenta metros del suelo, en protesta porque la empresa para la que trabajaba le dejó en la calle, desempleado y sin ningún tipo de subsidio. "Es muy injusto lo que nos ha pasado. Varias familias sin nada por culpa de unos sinvergüenzas" ha dicho.
Primero subió a la grúa David Cediel, y luego se le sumó otro obrero, identificado apenas como "Sandy" en los pocos medios que han reportado la protesta. David aceptó bajar de la grúa a causa del nacimiento de su hijo, pero Sandy permanece en las alturas hasta el sol de hoy, y afirma: "no me bajo hasta que nos garanticen que nos van a pagar. Aguantaré lo que sea".
Este Sandy, además de desempleado, es un inmigrante dominicano. Quizá por ello nadie se ha molestado siquiera en dar a conocer sus apellidos y, si pudieran, no sabríamos tampoco ni su nombre ni sus motivos pues, ¿a quién en este mundo le interesa lo que hace un caribeño desesperado?
¡Ah!, pero si fuera cubano y comenzara una protesta por cualquier causa -exigir, por ejemplo, una cocina, un teléfono móvil y un televisor en su celda, a la que llegó por delinquir-, ahí si que se alborota el gallinero de la prensa internacional y el mundo entero lo sabe al instante.
Pero este pobre Sandy ha subido a esa grúa cargando una doble maldición sobre sí: es negro y es sudaka. Por eso hasta carece de apellidos y, en google news, a duras penas aparecerán solo 11 enlaces si se le busca por su nombre junto a la palabra "grúa", y apuntan sin excepción, únicamente, a sitios españoles. Ni la BBC, ni la CNN, ni AP ni el pipisigallo se ha molestado en hablar del asunto.
Ello explica los supuestos resultados de una encuesta recientemente publicada por el gobierno español, que afirma "los españoles tienen mala imagen de los inmigrantes". Y es natural que tengan esa mala imagen, si ni los miran ni los ven... como en el caso de Sandy, que ha debido subirse a una grúa para ser visto y escuchado.
Tampoco es demasiado raro el que Sandy ponga en riesgo su vida, pues ya se sabe que en España la tasa de suicidios se ha elevado de manera tal que supera la cifra de fallecidos por accidentes de tránsito, y se ha convertido en la primera causa externa de muerte, siendo mayor la incidencia entre los hombres. Pero de ello ninguna agencia informativa deducirá que la crisis económica es mucho -mucho, mucho- más grave de lo que se reconoce, y afecta, más que las cotizaciones de la bolsa en
Wall Street, la vida frágil de miles y miles de personas.
Es de notar que si hoy Sandy esta solo en lo alto de su grúa es porque la policía ha tendido una alambrada alrededor de la base y vigilan constantemente para que ningún otro obrero se suba. Del otro lado de la cerca, sus compañeros le apoyan, y se las arreglan para hacerle llegar alimentos y vituallas.
Cuánta diferencia con el caso reciente de la muerte de Orlando Zapata en Cuba. Mientras él agonizaba en una sala de hospital por su obstinada huelga de hambre, quienes le impulsaron a morir asistían a una cena en la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana.
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