Aquella fue la noche de los disparos. El terror generado por el miedo, se generalizó en Bayamo el 21 de octubre de 1957, cuando la soldadesca batistiana tomó las calles, en un acto represivo que dejó secuelas fatales en las familias de esta ciudad.
La cobardía de la dictadura de manifestó de manera cruel contra la población bayamesa.
Las calles vacías, solo ocupadas por los vehículos llamados “”microondas”” en los que sus ocupantes apuntaban sus fusiles contra todo lo que se moviera a su alrededor, mostraban una ciudad muerta, infeliz.
Miles de disparos se escucharon en esa noche interminable que parecía no tener fin, era como si el tiempo se hubiera detenido para propiciar los horrendos asesinatos que indignarían aún más a los bayameses.
No hubo misericordia alguna para aquellos jóvenes. Sus cuerpos cercenados mostraban las huellas de la tortura, expresión macabra de las dictaduras dispuestas a mantener su “”orden”” de la paz en los sepulcros.
Vicente Quesada O Connor, Mario Alarcón, Pedro Batista Fonseca, Mardonio Hechavarría, Rubén Nogueras Castillo, Idalberto Tamayo, Gilberto López Bosch y Luís Felipe Lotti Osorio, pagaron con la vida sus ansias libertarias.
Ellos fueron secuestrados de sus hogares de manera salvaje por los represores del pueblo, los que desoyeron el reclamo de sus familiares ante tanto abuso y desconsideración.
Los ocho revolucionarios bayameses se convirtieron desde entonces en ejemplo para aquella generación, que enfrentando a los criminales no cejó en el empeño de ver a Cuba Libre de aquel desgobierno de Fulgencio Batista.
La Noche del Terror quedó para siempre en la memoria del pueblo, que jamás permitirá la repetición de tan abominable historia que cambió de manera definitiva el Primer Día de Enero de 1959.
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