La música llegó en las alas propias de Haydee Milanés, joven cantante que se entregó a un público que disfrutó, feliz, su concierto del domingo en la noche en Bayamo.
No hizo falta la parafernalia de luces, tan común en los espectáculos actuales. Ella, solo acompañada de sus talentosos músicos, abrió una senda por la que transitaron bellos poemas hechos canciones.
La Sala Teatro José Joaquín Palma se convirtió en sitio perfecto para el convite en la que una voz, bella y dulce, brillante como el diamante llegó hasta el centro del pecho de los asistentes, quienes se vieron arropados y definitivamente seducidos por la calidad de una artista que camina hacia la consagración sostenida por una dicción que le viene muy de cerca.
La lluvia de canciones se sucedió sin pausa alguna. Los aplausos, esa cuota de amor que sus seguidores le prodigaron, son una muestra de un cariño que estuvo presente en la hora y media de su presentación. Haydee correspondió a esa delicadeza del público y ensanchó sus potencialidades hasta el máximo de su afinada garganta.
Anoche, paradójicamente, el sol se hizo canción, iluminando cualquier brecha atesorada por la oscuridad, empujado por el embrujo de una bella mujer que se presentó sin más atuendo que el de la esperanza.
Para no olvidar, podría decirse de la actuación de Haydee Milanés en Bayamo, un pueblo que sabe apreciar aún desde la mas lejana butaca del teatro, fue un éxito dado todo ese candor que dejó sobre el escenario.
Ojala vuelva algún día a esta tierra que le es tan cercana, que regrese porque la emociones vividas anoche en su concierto, bien vale la pena volverlas a sentir en noche de bellas canciones, desgranadas sobre las tablas de un teatro que resultó pequeño y donde ha dejado la impronta de su amor por la música.
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