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miércoles, 18 de febrero de 2015

IVELISE GALA VALIENTE: UNA MAESTRA EJEMPLAR





La ciudad se ha distinguido por la existencia de valiosas educadoras y educadores que han influido de manera notable en la formación de sus alumnos a los que han dotado de la facultad de enaltecer los valores.

Maestros excelsos ha habido desde los tiempos de la colonia, los que influenciados por las ideas de independencia, se sumaron a la lucha por la eliminación de la presencia extranjera en nuestras tierras.

Más cercano en el tiempo, tenemos a maestras que han dejado su huella en las generaciones que atendieron como pedagogas y que hoy siguen siendo paradigmas de ese sector tan venerado por el pueblo.

Maestras que han desarrollado su trabajo en medio de grandes dificultades pero han cumplido la hermosa tarea de enseñar, de educar a quienes tuvieron como alumnos.

En ese sentido la Ciudad Monumento Nacional tiene una larga lista de educadoras que con el paso del tiempo se agigantan dada la inmensidad de la obra que han realizado.

Cuánta emoción experimentan al cruzarse con sus antiguos alumnos en cualquier parte de Bayamo, recibiendo el cariño de sus educandos que no olvidan la influencia de ellas en su formación?

Anitica Medina e Ida Escalante, son dos de esas maestras que lo dieron todo en función de enseñar debidamente a sus alumnos y que lograron impregnar en ellos no solo el conocimiento sino el amor a la patria.

Por supuesto que hay más de esas maestras inolvidables que llenaron un espacio vital en la enseñanza primaria bayamesa, de cuyo ejemplo se nutren hoy las jóvenes que se han sumado a tan bella profesión.

En estos tiempos difíciles, en los que la educación enfrenta con valentía la necesidad de mejorar en todos los sentidos, también se destaca la labor realizada por una maestra insoslayable.

Ella fue de aquellas que se fue a las montañas, antes de la campaña de alfabetización, para preparar el camino de los que luego se incorporarían a esa gesta para erradicar el analfabetismo en Cuba.

Anduvo por esos lomeríos impulsada por la necesidad de ayudar a los campesinos para que tuvieran más luces en sus ojos, para que pudieran leer y escribir sus nombres y los de sus hijos y los de Martí y de Maceo.

Ella no cejó en su empeño y en esos parajes sufrió un accidente que la marcaría para toda la vida y del cual Fidel habló en una memorable sesión política.

Ahí está su trayectoria, ese ejemplo que es como el legado que deja a las futuras generaciones de hombres y mujeres que deseen transitar por la hermosa senda del magisterio.

Ivelise Gala Valiente, esa maestra humilde y ejemplar, sigue dando las coordenadas para que la educación en Cuba siga siendo esa luz que irradia con ternura la frase martiana:

¨¨Instruir puede cualquiera. Educar solo quien sea un evangelio vivo¨¨.


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