Un
pueblo respetuoso de su historia jamás olvida a los hombres y mujeres que construyeron
su independencia nacional, utilizando las diversas formas de lucha, incluida la
acción bélica para alcanzarla.
Colocar
a esos próceres en el sitio que ganaron en la historia es responsabilidad de
los pueblos que siempre se alimentaran de su ejemplo para reafirmar los
conceptos libertarios esgrimidos en la lucha.
La
pasión por esa pléyade que planto las bases para eliminar todo vestigio de
coloniaje y explotación es una permanente herramienta que impulsa, como una
palanca, a los pueblos a sostener la libertad obtenida.
De
uno de esos excepcionales luchadores cubanos hablo hoy en esta pues el 23 de
junio de 2014 se cumplieron 193 años de su nacimiento en Bayamo.
Nació
en cuna de oro, de familia muy pudiente, con recursos financieros
extraordinarios en la época que le toco vivir, no careciendo de nada, lo que
podría hacer suponer que no se involucraría en aventura alguna.
Pero
hay hombres, seres humanos en general, que son capaces de sobrepasar esa
barrera de la comodidad y de las posesiones territoriales porque desde el fondo
de su corazón les ha nacido el amor por la justicia.
De
modo que nadie pudo suponer que una persona de su alcurnia tuviera la pasión
que demostró a lo largo de su peregrinar buscando, a través de la lucha armada,
la emancipación de su pueblo.
Los
primeros sorprendidos debieron ser esos hacendados, ricos como él, al
percatarse de la posición adoptada por este prócer, que al parecer no tenía
necesidad de inmiscuirse en tal empresa contra el dominio español.
Pero
cuando la sangre bulle, cuando la ignominia provoca irritación, cuando la
esclavitud alcanza los más elevados niveles de degradación humana, entonces
surgen, como el sol, personas dispuestas a inmolarse.
Y el
hecho de preferir la inmolación a una vida preñada de abusos es propio de
hombres a los que la ética, el amor patrio, la voluntad de exterminar tal
oprobio, los impulsa a alcanzar la redención o vivir de rodillas.
Francisco
Vicente Aguilera se decidió por la redención y en su búsqueda lo perdió todo,
riquezas, propiedades, menos la dignidad, el honor y la hidalguía, valores que
siguen iluminando su trayectoria.
Un
pueblo respetuoso de su historia jamás olvida a los hombres y mujeres que
construyeron su independencia nacional, utilizando las diversas formas de
lucha, incluida la acción bélica para alcanzarla.
Ese
fue el camino que prefirió Francisco Vicente Aguilera, la luz que irradia su
figura se mantiene, como flor inmarchitable, en la conciencia y el amor de los
cubanos por su apego a la lealtad, demostrada hasta su muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario