Por Ernesto Pérez Castillo
Cuando el diario británico The Guardian publicó parte de la papelería secreta de la Oficina de Intereses (SINA) del gobierno de los Estados Unidos en La Habana, filtrada por Wikileaks, apenas estaba aflorando la punta del iceberg que queda escondido bajo la alfombra.
Allí puede leerse que una da las misiones de los diplomáticos de Washington (¿o serán de Langley?) es buscar “historias y otras noticias que puedan destruir el mito de la superioridad médica cubana” pues, según reconocían, el servicio de salud de la Isla “se convirtió en uno de los puntos fuertes de ese país”.
Un hecho reciente demuestra que los funcionarios yanquis han ido muy mucho más lejos que esa simple recolección de anécdotas, y han pasado a organizar provocaciones directas, cuanto más ofensivas por hipócritas, como es el caso de la organización de supuestas subastas de obras de arte para reunir fondos con los que ayudar a los niños cubanos enfermos de cáncer.
Con ese propósito manejan (y financian) a su marioneta en el terreno, Carmen Vallejo, y como pantalla no pudieron escoger locación peor que la embajada de la República Checa, uno de los aliados incondicionales de la política anticubana de los Estados Unidos contra Cuba.
La propia señora Vajello, en su blog, ha colgado fotos de sus actividades, entre las que sobresale la presencia en ellas de Michael Parmley, el anterior jefe de la SINA en La Habana, el mismo que en entrevista para el diario suizo Le Temps ha amenazado a Julien Assange : “Me disgustaré mucho si publica las múltiples conversaciones que tuve con la bloguera Yoani Sanchez”.
Yoani, que no se pierde una, tiene entre las múltiples misiones que Michael Parmley le instruyó, la tarea de dar publicidad a las provocaciones de Carmen Vallejo. Así el fin de semana ella twitteaba: “#cuba #GY Ayer se hizo una subasta con 42 obras de artistas plasticos cubanos para recaudar fondos para ninos enfermos de cancer”.
Parmley –y el billete del gobierno yanqui– no es el único punto en común entre Doña Yoani y Carmen Vallejo. Al igual que la primera, se trata de alguien que en su momento trató de emigrar. La Yoani en Suiza se moría de hambre, y por eso se devolvió, y moqueó y lloró en el aeropuerto para que la dejaran entrar. La Vallejo tuvo desigual suerte, y la fortuna de al menos volver a La Habana con el pasaje pagado. Pero mejor lo cuenta ella: “En el año 1981 durante un viaje a Moscú para recibir tratamiento ocular huí a Estocolmo donde pedí asilo político. Las autoridades suecas me deportaron inmediatamente a Cuba.”
O sea, estamos hablando de alguien que recibió todos los beneficios de la Revolución –incluyendo el traslado a otro país a recibir tratamiento médico–, que intentó a como diera lugar asentar sus posaderas allende los mares, y que fue pateada desde allá hasta acá, directo y sin escalas –porque en Suecia no hay Ley de Ajuste Cubano– y que una vez aquí no encontró nada mejor que hacer sino servir a los mismos intereses de quienes la echaron del primer mundo.
Nada, que hay gente que ni aunque reciban “tratamiento ocular” en Moscú, jamás y nunca serán capaces de abrir los ojos.
Lo peor y más perverso de la provocación que organiza la SINA es que usen el pretexto de recaudar fondos para ayudar a los niños cubanos afectados por el cáncer.
Es cuando menos criminal que el mismo gobierno que impide expresamente a esos niños el acceso a medicamentos y tecnologías de las que depende su calidad de vida, y hasta su vida misma, organice una subasta para comprarles golosinas.
El Doctor Jesús Renó, jefe de Pediatría del Instituto Oncológico de La Habana, testimonia que a acusa del bloqueo norteamericano: “no podemos completar tratamientos de alta calidad en tumores malignos de la retina, porque no nos venden la placa de yodo radiactivo”.
También el bloqueo ha causado la amputación de miembros a numerosos niños, al prohibir la adquisición de endoprótesis para los diagnosticados con tumores malignos en sus huesos.
Curiosamente, hace muy pocos meses se organizó una subasta similar para ayudar a una niña aquejada de cáncer, y lo reporta el sitio web de Univisión, en su canal de… ¡entretenimiento!
Pues sí, a Laura, una niña de seis años residente en Miami, le fue amputado el brazo derecho en el Jackson's Holtz Children's Hospital, a causa de un tumor. Ahora, para seguir luchando contra el cáncer, deberá recibir un tratamiento cuyo costo se estima en 400 000 dólares. Por ello se organizó la subasta con la asistencia de varios famosos, en la que se vendió, entre otras cosas, unos lentes de sol de Thalía. En total, lograron reunir unos 20 000 dólares, lo cual es tanto como el cinco por ciento de la cifra necesaria.
Lo peor es que Laura es cubana, y su enfermedad le fue diagnosticada en Cuba, donde tenía garantizada asistencia médica gratuita.
Pese al bloqueo norteamericano, en Cuba los niños con leucemia se salvan en el 90 por ciento de los casos, cifra que se eleva a 94 entre los que padecen del linfoma de Hodgkin, y en los últimos años no se reportan muertes de niños en varias patologías relacionadas con el cáncer. Y todo el tratamiento y la asistencia hospitalaria es absolutamente gratuita.
Encima, la atención a los niños con cáncer trasciende las fronteras de la Isla, pues desde 1990 Cuba ha dado tratamiento médico gratuito a unos 24 000 pequeños de Ucrania, Rusia y Bielorrusia afectados por el accidente nuclear de la central atómica de Chernóbil en 1986.
Anualmente se atienden en La Habana entre setecientos y ochocientos niños, entre los que priman las enfermedades oncohematológicas, según el doctor Julio Medina, coordinador del programa cubano.
Con todo esto a la vista, ¿qué pinta la señora Carmen Vallejo y sus patrocinadores norteamericanos, posando de benefactores de unos niños enfermos, si precisamente su sufrimiento se prolonga justo porque el gobierno norteamericano los prefiere enfermos, y si muertos, mejor?
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