Independientemente de que los resultados no podrán ser extraordinarios y de que el gobierno de Estados Unidos se valdrá de múltiples manipulaciones, ocultamientos y falsedades para escamotear la verdad, no cabe duda de que la comparecencia que corresponderá a ese país ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU el próximo 5 de noviembre, en Ginebra, despierta una mezcla de curiosidad y expectativa.
Vale recordar que desde el año 1976 el Departamento de Estado del país imperial da a conocer anualmente extensos informes sobre el tema, donde imparte condenas y absoluciones según sus intereses políticos y se erige en una especie de “juez supremo” de los derechos humanos en el mundo con respecto a todas las naciones, menos a los propios Estados Unidos, a lo largo de 5,000 páginas aproximadamente.
Ahora, en virtud de los mecanismos que rigen el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, creado por la Asamblea General en el año 2006, sustituyendo al desprestigiado y languidecerte Comité de igual nombre, los 192 países miembros de la organización deben comparecer cada cuatro años ante el Examen Periódico Universal (EPU) establecido por el nuevo reglamento.
Se han celebrado ya, desde sus inicios, ocho sesiones y han desfilado por el EPU dos tercios de los países miembros, con resultados no siempre satisfactorios para todos y que, en ocasiones, han recordado los manejos y presiones selectivas que caracterizaron al viejo Comité desaparecido.
La representación de Cuba, -por ejemplo,- afirmó que aún no se eliminaron totalmente rémoras de esa selectividad y doble rasero, pero ha defendido la estructura actual y previno contra intentos que puedan “alterar la naturaleza intergubernamental del proceso”
Como paso previo a lo que será su posición ante el EPU, el pasado 20 de agosto el gobierno de Estados Unidos emitió una declaración, que a muchos puede parecer insólita, donde se proclamaba “orgulloso de su historial de derechos humanos y del papel desempeñado por el país en el progreso de los derechos humanos y de las libertades fundamentales en el mundo”
No es difícil observar la arrogancia imperial de estas palabras, donde se atribuye facultades extraterritoriales y omite cuidadosamente cualquier referencia a la situación de los derechos humanos dentro de Estados Unidos y en los territorios ocupados y en conflicto bélico, donde son participantes el ejército estadounidense, la CIA y otras fuerzas represivas de ese país.
Sin embargo, no todas las opiniones allí son coincidentes pues --según declaró a la agencia IPS-- el director ejecutivo de la Red de Derechos Humanos de Estados Unidos, Ajamn Baraka, “Estados Unidos tiene verdaderos problemas de derechos humanos y si se propone ser miembro eficaz del Consejo tiene que encarar con honestidad esas preocupaciones internamente”
La coordinadora de esta misma Red --que abarca a 300 organizaciones estadounidenses por los derechos humanos y la justicia social-,- Sarah Pavletti, señaló también a IPS que “Estados Unidos no tiene exactamente grandes antecedentes en materia de ratificación de tratados internacionales”.
Recordó que, aunque firmó hace 33 años el Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU, nunca ha sido ratificado por el Congreso.
Otras organizaciones han recordado asimismo la extensa lista de instrumentos internacionales sobre la materia que Estados Unidos no ha firmado o no ha ratificado, como la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer; la Convención sobre los Derechos del Niño; la Convención sobre los Derechos de las personas con Discapacidad; la Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las Desapariciones Forzosas; la Convención Internacional sobre la protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migrantes de sus familiares y el Protocolo Opcional de la Convención contra la Tortura, por citar algunos de ellos.
La historia del Imperio en cuanto al respeto a los derechos humanos dentro de su propio país y en sus constantes aventuras bélicas de agresión y expansión es suficientemente tenebrosa y sangrienta. No obstante, el examen de la EPU le llega en momentos en que está envuelto en verdaderos escándalos mundiales que van desde los secuestros, las desapariciones, las cárceles secretas, los centros de detención y tortura en sus bases militares y las ejecuciones extrajudiciales hasta los recién revelados papeles de Wikileak sobre la actuación de sus tropas intervencionistas en Irak y Afganistán.
El 5 de noviembre, en Ginebra, su cinismo se pondrá a prueba.
Tomado de la Polilla Cubana
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