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miércoles, 13 de mayo de 2009

50 CANCIONES EN AÑOS DE REVOLUCIÓN O ""HASTA SIEMPRE COMANDANTE""

Por la Licenciada Vilma Leyva Hernández
Directora del Museo de Cera de Bayamo

Son las once de la noche, y afuera se escucha claramente el ruido de una ciudad que no duerme. Me encuentro en la capital de mi país, cumpliendo compromisos ineludibles de trabajo, y mi organismo acusa ya el agotamiento de la intensa jornada laboral vencida.

De camino a la cocina, mis ojos se detienen casualmente en un libro que reposa sobre la pequeña mesa de trabajo. De inmediato, su título capta mi interés; lo tomo en mis manos, y olvido el cansancio y el apremio de mi estómago: se trata de 50 canciones en años de Revolución, magnífica obra editada con motivo del quincuagésimo aniversario del Triunfo de Enero.

Se trata de una selección de canciones que han marcado hitos en las cinco décadas de quehacer cultural revolucionario, tanto por su calidad estética como por la preferencia en el gusto popular.

Busco con fruición las “mías”, las que distingo en mi recuerdo porque marcaron mis emociones algún día: “La tarde”, a la que le cantó el gran Sindo; al guajiro natural que se conformó con “Un montón de estrellas”, al “Chan-Chan” de Compay Segundo, que será siempre de los primeros en la memoria del pueblo; al “Te quedarás” del imprescindible Benny; y, por supuesto, la que no podía faltar, porque sin ella yo no podría ser feliz: “Hasta siempre, Comandante ”, con letra y música del inolvidable Carlos Puebla.

Casi salté de alegría cuando distinguí sus estrofas, grabadas como a fuego en mi memoria, porque ese texto es himno, es humanismo, es la imagen misma del Ché “que viene quemando la brisa con soles de primavera, para plantar la bandera con la luz de su sonrisa”, es la encarnación del cariño y el respeto de todo un pueblo, e invitación para estar a la altura de un hombre que se ha convertido en paradigma universal de revolucionario.

Traté de imaginar la noche de aquel año 1965 cuando, después de Fidel dar a conocer la carta de despedida del comandante Guevara, Carlos Puebla, este trovador que llevaba en el alma el sentir de lo cantado, se fue a su estudio y en pocas horas escribió una de las piezas magistrales de la historia musical cubana, dando muestra de su indudable talento.

Acudieron a mi recuerdo los momentos trascendentes de mi corta vida donde he entonado esta exquisita canción. Como aquella vez, en el verano de 1983, en un barco soviético; o junto a jóvenes franceses, en el año 93, durante el Encuentro de Solidaridad, O aquel cercano día, en el recinto del Fondo de Bienes Culturales, cuando tararee una estrofa ante una delegación italiana que visitaba nuestra ciudad.

Me encontraba precisamente frente a la reproducción en cera de Carlos Puebla, fungiendo como museóloga; y aquellos hombres y mujeres, que venían de lejos y no conocían nuestro idioma, corearon con voces primas y segundas los nobles versos: “Seguiremos adelante, como junto a ti seguimos, y con Fidel te decimos: ¡ hasta siempre, Comandante!”.

Y entonces comprendí, con certeza, que nuestro joven proyecto cultural del Museo de Cera estaba también representado en este valioso libro de la cancionística cubana, compilado por los investigadores Radamés Giro Almenares e Isabel González Santos.

Para mí, este momento fue un acercamiento a lo mejor de la creación artística en defensa de la identidad y la cultura nacional; pues la canción en Cuba ha sido un suceso cultural en momentos gloriosos, heroicos, alegres, fundacionales o de pérdidas.

Y me sentí afortunada de pertenecer a una organización que investiga, exhibe y promueve el patrimonio inmaterial, nacido de la inteligencia y el sentimiento humano. La emoción vivida resultó como un bálsamo, y me fui a la cama para esperar el nuevo día con una sonrisa en los labios.

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