Por:
Karina Escalona Peña
En uno de sus versos, la joven poetisa bayamesa, expresa: "…y bebí, fatalmente,/ en la fuente maldita de la sabiduría/", texto que resume la contradicción y dolor que marcó su existencia.
Conocida por el seudónimo de Liana de Lux, sufrió los conflictos de una época que limitaba a las mujeres al espacio hogareño, con pocas o nulas posibilidades de desarrollar su genio creativo.
Desde 1912, hasta su fallecimiento, es el período de mayor creación, perdida en gran medida debido a la destrucción que la propia María Luisa decidió para ella.
Aunque muestras de sus versos se conservan en la revista Orto, de Manzanillo, donde se publicó gran parte de su quehacer literario, otra fue destruida por las llamas.
En la losa que guarda sus restos, se cumple lo que ella pidió en su poema Epitafio: "una piedra blanca y no pulida, sobre la tierra que cubre mis huesos", y tampoco hay una cruz, porque, según su propia obra "una bien grande arrastré en la vida".
De sus manos salieron estas letras que reflejan su contradicción interior y su inconformidad con la realidad que le había tocado vivir: "no soy dueña de mí misma (…) ni siquiera de la vida (…) y hasta el más supremo de los derechos: el de vivir o no.
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