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domingo, 28 de junio de 2015

CARLOS BLANCO: UN CABALLERO DENTRO Y FUERA DEL CAMPO DE PELOTA





Bayamo no solo se ha distinguido por tener en su seno a grandes patriotas reconocidos por todos los cubanos, debido al aporte hecho a la emancipación nacional desde aquel 10 de octubre de 1868.

Ha habido otras facetas de la vida que han contado con nombres importantes que también enaltecieron a esta ciudad, que recuerda con cariño su paso por esta tierra nuestra.

Uno de ellos, Carlos Blanco, pelotero de los buenos, dejó una estela de admiración por cuanto diamante pisó, tanto en Cuba como en el extranjero, lo que le granjeó muchas amistades.

Bayamo sabía que en él había un extra clase en el deporte de las bolas y los strikes, por lo que apreció en su justa dimensión toda la grandeza de este pelotero desde la cabeza a los pies.

En la década del 40 jugó para los Leones de La Habana, desempeñándose en la primera base, en esos años viajó a México país en el que fue nómina de Los Búhos de Nuevo Laredo.

En el año 1944, jugando para ese equipo azteca, conectó once triples, impulsó 81 carreras, ponchándose solo en once ocasiones en 341 veces al bate, lo que demuestra su gran calidad en el deporte nacional cubano.

Carlos había nacido en Bayamo el 25 de abril de 1914 y la pasión de su vida fue la pelota, en la que llegó a jugar además con los equipos Marianao, Santa Clara y Almendares.

Según las estadísticas de entonces, Carlos Blanco concluyó su vida activa e la pelota en el año de 1954, a los 40 años de edad, pero no se apartó de este deporte de manera definitiva.

Al triunfo de la Revolución se incorporó activamente al fomento de este deporte en Bayamo y en la década del 60 integró cuatro equipos de niños de diferentes barrios de la ciudad.

Se le veía feliz en esa labor, distribuyendo guantes, pelotas, uniformes, calzado para que los pequeños desarrollaran sus aptitudes en el terreno de juego, siempre pensando en escalar posiciones en este deporte.

Su casa, en la calle Hermanos Marcano se convirtió en el centro de sus actividades y disfrutó mucho en ese trabajo de afianzar el amor de los niños por el deporte que distingue a los cubanos.

Recordar a Carlos Blanco, cuando en este pequeño homenaje faltan detalles importantes de su vida, es un honor para los bayameses, quienes jamás olvidarán su acendrada cubanía y su sonrisa en cada momento.