Editado desde la ciudad de Bayamo, Cuba, por el periodista David Rodríguez Rodríguez.
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Tego
Calderón estalla de júbilo cuando conoce la noticia de su nominación
al Premio Internacional Cubadisco 2013 por el álbum Original
gallo del país. "No conocía que Cuba me había tenido en cuenta
para otorgarme un premio internacional; esta distinción me ha
llenado de emoción y es un motivo para saber que estoy haciendo lo
correcto, una fuerte inyección de gasolina", dice el afamado músico
puertorriqueño en conversación telefónica con este redactor.
Tego no le pone freno a la descarga de adrenalina que lo recorre
cuando habla sobre la relevancia de su nominación cubana. "Original
gallo del país fue elegido para competir en los Premios Grammy
pero yo no fui a la premiación. Sin embargo, si hubiera sabido que
Cuba me distinguió habría hecho todo lo posible por estar en la
Isla, pues me alegra mucho más el premio cubano que el Grammy. Lo
prefiero porque el reconocimiento de Cuba no puede estar
contaminado, porque los que me conocen saben que yo no soy el
favorito de la industria", afirma.
Tego Calderón (Santurce, Puerto Rico, 1972), exhibe en su
expediente producciones que desde el primer saque ganaron el respeto
de la escena urbana latina, como El Abayarde, El Enemigo de los
Guasibiri, El subestimado y El Abayarde contra-ataca,
entre otras. Sin embargo al Original gallo... le
confirió una significación muy especial. "Este disco fue el
preámbulo a la producción de mi nuevo álbum El que sabe sabe.
Es un trabajo muy especial porque lo hice para desahogarme, para
celebrar que pude cristalizarlo a pesar de las piedras que me puso
el gobierno y de diferentes cosas que me pasaron. Básicamente lo
pensé para eso y poco a poco se convirtió en una pieza con su propia
identidad. Mi plan era regalarlo en la parada puertorriqueña de
Nueva York y luego lo empecé a vender de manera digital con mucho
éxito. Y ahora, para mayor satisfacción, me entero que fue nominado
a un gran premio en Cuba",comenta. A pesar de que has sido considerado uno de los nombres
fundamentales del reguetón, tu postura social toma distancia del
negocio en que se ha transformado este género... "Sinceramente
yo no soy un cantante de reguetón pero fui quien abrió las puertas
al género por el 2002. Por eso me dieron la bandera pero en realidad
el reguetón y el hip hop americano los siento en decadencia, los
artistas están copiando e imitando mucho y no son creativos. Pero
pudieran surgir talentos nuevos que cambien ese panorama. Y hace
falta porque realmente se ha vuelto mediocre".
Algunos medios han llegado a definirte como la "dignidad del
reguetón" por tu posición crítica y anticorporativa, ¿de qué forma
afrontas ese título?
"Siempre he tenido muy claro la importancia de ser leal a mis
principios. Yo no sigo la corriente ni las modas y he rechazado
mucho dinero de las disqueras para mantener el control de mi obra.
Eso me ha costado mucho pero es el legado que quiero dedicar a mis
hijos. Porque lo que busco es trabajar para dejarles un mundo mejor
y educarlos bien para que puedan bregar en esta realidad tan
torcida, dañada por la intolerancia, el abuso infantil y la doble
moral. Por mi lado trato de no caer en lo que critico y ser
fiel a mis creencias, a mi Dios y a mis hijos. Esas son mis
prioridades además de la música, y por eso, en este momento de mi
carrera, no me arrepiento de nada, de ninguna terquedad y todavía
las que me faltan".
¿Cómo influyó en tu carrera el accidente doméstico que
atravesaste a mediados de febrero último?
"Ahora mismo acabo de hacer en Barranquilla mi tercer show
después del accidente. Me pusieron siete tornillos en una pierna y
todavía me hace falta otra operación más en el menisco. Pero yo soy
un luchador y me gusta venir de abajo, de atrás, me gusta no ser el
favorito. A pesar de eso mi carrera está en su mejor momento y estoy
disfrutando mucho lo que hago".
Después de Original gallo... has trabajado en la
preparación del álbum El que sabe sabe ¿Qué momento de tu
trayectoria pudiera definir este disco tras seis años sin publicar? Original gallo del país es muy personal mientras que El
que sabe sabe aglomera todo lo que soy. Ahora mismo este último
disco me pone sumamente orgulloso por el control que tengo sobre las
líricas y porque lanzo mensajes en el lenguaje del pueblo. También
tengo otro disco titulado La prole con respecto a los mayores,
que es un material afroantillano con ritmos de todo el Caribe.
Quiero publicarlo junto a otros proyectos alternativos que me
definen como tal y como soy. Por ejemplo me gusta mucho el rock
pesado y el metal, pero la gente no me ve haciendo eso. En el
disco Original gallo... está la canción La muralla,
que hace honor a eso".
¿Vislumbras en la actualidad algún futuro para el reguetón?
"Creo que el reguetón no tiene futuro si no se reinventa. No me
gusta criticar a los colegas, porque todo el mundo no nació para ser
Da Vinci, pero creo que necesitan hacer un mejor trabajo. Por mi
parte estoy tratando de ayudar a la solución y por eso abrí mi
estudio donde nací y le doy mi mano a todo el que necesite una
opinión o una ayuda para mejorar su obra. No podemos seguir creyendo
que cada uno de nosotros somos la competencia, por el contrario,
tenemos que pensar que estamos aquí para ayudarnos y encontrar la
salida". Aparte de esta nominación, ¿tienes alguna relación con Cuba? "Hace algunos años visité la Isla para grabar un documental sobre
los carnavales y estuve en Santiago y La Habana. Yo tengo mucho de
Cuba y tocar allá sería un honor tanto para mí como para el equipo
que me acompaña. En efecto, si se diera esa oportunidad sería una
forma de agradecer el respeto que han manifestado hacia mi obra y
los vínculos que han defendido con mi pueblo, con mi gente".
POR LA DOCTORA.Patricia Arés
Muzio
En muchas oportunidades, he preguntado a mis estudiantes cuáles
serían las principales razones para decir que en Cuba es bueno
vivir. La mayoría de las veces sus respuestas están relacionadas con
el acceso a la salud, la educación y la seguridad social y
efectivamente, estos son los pilares de nuestro modelo socialista,
pero para las personas jóvenes constituyen realidades tan asumidas
desde la cotidianidad que se tornan demasiado habituales o quedan
congeladas en un discurso que, a fuerza de repetición, se hace
irrelevante.
.
Yo me atrevería a decir que existe un modelo cubano de bienestar
que se ha incorporado con tanta familiaridad acrítica que ha quedado
invisible a nuestros ojos o paradójicamente instalado en la voz de
muchos de los que ya no están, luego de haberlo perdido, o de
visitantes que viven otras realidades en sus países de origen. De la
vida cotidiana en Cuba, por lo general se habla de las dificultades,
sobre todo de índole económica, pero pocas veces se escucha hablar
de nuestras bondades y fortalezas.
Algunas experiencias profesionales vividas me han hecho pensar
mucho en nuestro socialismo, visto como cultura y civilización
alternativa. Cuando los psicólogos y otros especialistas
participamos en el proceso de lograr el retorno del niño Elián
González, emergió con mucha fuerza este tema. Más recientemente en
consulta, conversando con algunos ancianos repatriados, con niños
que por decisión de sus padres deben irse a residir a otros países o
con jóvenes que han retornado de España luego de vivir la
experiencia de ser echados a la calle por no tener trabajo ni dinero
para pagar la renta, me vuelve a resurgir, a partir de sus
vivencias, la idea del modelo cubano de bienestar.
Recuerdo cuando Elián estaba en Estados Unidos que el abuelo
Juanito le decía telefónicamente que le estaba haciendo una
chivichana para su regreso y al otro día aparecía en la pantalla
televisiva que le habían regalado un carro eléctrico de juguete que
parecía de verdad, si los abuelos o el padre le decían que su
perrito lo extrañaba, al otro día aparecía Elián con un cachorro de
labrador que le habían regalado, si le decían que le habían comprado
un librito de Elpidio Valdés, aparecía Elián vestido de Batman.
Sin embargo, el cariño de su familia, el amor de cuantos lo
esperaron, la solidaridad de sus amiguitos del aula, de sus
maestras, pudieron más que todas las cosas materiales del mundo.
Conversando hace muy poco con un adulto mayor que tomó la
decisión de no regresar a EE.UU. luego de haber vivido 19 años en
ese país, me decía: Es real doctora, allí se vive muy cómodo, pero
eso no lo es todo en la vida, allá "no eres nadie", no existes para
nadie. Me contaba que se pasaba largas horas solo en la casa,
esperando que los hijos y nietos regresaran de trabajar y de la
escuela, que se quedaba encerrado porque no podía salir ya que según
ellos, estaba viejo y no lo dejaban manejar, y que por el día el
barrio en que él vivía parecía una maqueta, no se veía persona
alguna, ni nadie tenía tiempo de dedicarte un rato para conversar.
En una visita que hizo a la otra hija que vive en Cuba, decidió no
regresar. Me cuenta que está haciendo ejercicios en el parque, que
juega dominó por las tardes, que les repasa al otro nieto y a dos
amiguitos más, que ha recuperado unos cuantos amigos de la "vieja
guardia" y que con el dinerito que le mandan de allá y la ayuda de
su familia aquí, tiene de sobra para cubrir sus gastos. Usando sus
palabras textuales me decía: Algunos conocidos me decían que iba a
venir al infierno, pero en realidad doctora, me siento en el
paraíso. Evidentemente, el modo de vida que ahora lleva no será el
paraíso, pero le genera mayor bienestar.
Un día me llevaron a un niño hijo de dos diplomáticos, que vino
de vacaciones y no quería regresar con los padres a la misión donde
ellos estaban trabajando, estaba "alzado", en plena "huelga", decía
que lo dejaran con la abuela, que él no quería irse de nuevo, que no
le gustaba estar allá. Cuando pregunté a los padres qué sucedía con
el niño, me contaban que allá tenía que vivir encerrado por razones
de seguridad, no tenía apenas amiguitos con quien compartir después
de la escuela, y no estaban los primos, a los cuales adoraba. Desde
que llega aquí es como si le dieran la carta de libertad —me decían
los padres—-, se va para el parque de la esquina con los amigos del
barrio, sale a pasear con los primos, juega pelota y fútbol en plena
calle, se pasa el día rodeado de los abuelos, de los tíos y de los
vecinos. En la entrevista con el niño me contaba que los primos le
decían que él era bobo porque quería quedarse en Cuba teniendo la
oportunidad de estar en otro país y el niño me decía: Yo extraño
mucho cuando estoy aquí la pizza de peperones, pero te cambio un
millón de pizzas por quedarme viviendo ahora mismo en Cuba.
Un joven que vino de retorno de España, me contaba que se había
quedado sin trabajo y por supuesto no tenía dinero para pagar la
renta, que la dueña le dio tres meses de plazo y al no tenerlo lo
echó a la calle, pero lo más triste del caso es que nadie, ni sus
amigos, le tendieron una mano pues le decían que dada la crisis cada
cual "debería arreglárselas como pudiera" y tuvo que regresar porque
la opción que tenía era o dormir en el metro o virar para la casa de
sus padres aquí en Cuba. Al final, me decía, quienes están prestos a
acogerte son los tuyos.
Me he quedado pensando en estos testimonios que muy bien podrían
servir para tantos jóvenes que no encuentran bienestar alguno de
vivir en Cuba y que solo imaginan una vida "de progreso" en el
exterior o sobrevaloran la vida afuera como una vida de éxito y
oportunidades, pero yo me pregunto: ¿qué tenemos aquí que falta en
otros lugares? ¿Qué descubrieron el niño, el adulto mayor y el joven
que vino de España, a partir de sus experiencias allá, que nosotros
no vemos aquí? ¿Realmente el modelo de vida que proponen las
sociedades capitalistas contemporáneas constituye actualmente un
modelo de bienestar, a pesar de estar vendido por los medios de
comunicación como el "sueño del progreso prometido"? ¿Hablamos hoy
de buena vida o del buen vivir, de vida llena o vida plena?
¿Necesariamente el desarrollo económico y tecnológico es lo único
que garantiza el bienestar personal y social?
Voy a hacer un esfuerzo de síntesis a partir de estas
experiencias profesionales en lo que considero radican algunas de
las bases de nuestro modelo cubano de bienestar. En primer lugar el no
sentimiento de exclusión, el no vivir "anomia social"
Este es un tema de profundas connotaciones espirituales y éticas.
Cuando uno llega a un barrio en Cuba y pregunta por una persona, por
lo general te dicen: "Vive en aquella casa". Los cubanos todos
tenemos un nombre y una biografía porque todos tenemos espacios de
pertenencia (familia, escuela, comunidad, centro de trabajo) y de
participación social, todos en nuestra vida hemos asumido
responsabilidades, asistimos en el barrio a las reuniones, a nuestro
consultorio del médico, votamos en la misma urna, compramos los
productos normados en el mercado o tenemos el mismo mensajero.
Seguro que en algún momento hemos dicho: "Las mismas caras todos los
días", pero justo ahí radica un escenario vital de grandes
dimensiones humanistas y solidarias.
La anomia social o en palabras del abuelo que entrevisté el "Tú
no existes", resulta una experiencia contraria a la que vivimos en
Cuba, es la experiencia de vivir sin tener un lugar, sin ser
reconocido o advertido, y no se trata de un lugar físico, sino de un
lugar simbólico, un lugar de pertenencia y participación, un lugar
que da sentido a la vida. Vivir en el "no lugar" es sentirse
aislado, en soledad existencial, es sentirse extraño y ese es uno de
los problemas del mundo actual. Incluso los lugares donde hoy
coexisten muchas personas, más que lugares de encuentro son
especialmente "no lugares". Resulta increíble que en un metro puedan
ir diariamente cientos de personas que no intercambian palabra
alguna y que muestran mayor contacto con los medios tecnológicos en
una especie de autismo técnico, que de persona a persona. Otro "no
lugar" son los aeropuertos y los moles (catedrales del
consumo): mucha gente a tu alrededor y absolutamente ningún
contacto. Si te caes nadie te recoge, porque además, existen tantas
leyes de "derechos ciudadanos" que supuestamente protegen a las
personas desde una visión individualista, que nadie te toca no vaya
a ser que te acusen de acoso sexual. Están legislados el "no
contacto" y la indiferencia.
Hoy en día la realidad social en otros países hace que cada vez
estemos más excluidos que incluidos. Amén de la existencia de
desigualdades sociales como consecuencia de las realidades
económicas actuales en Cuba, nuestras políticas promueven la
inclusión social conducente a borrar la distancia de género, color
de la piel, capacidades físicas, orientación sexual. Cuba, como
sistema social, a pesar de todas las dificultades y contradicciones,
intenta construir un mundo donde todos quepamos, y donde la
reciprocidad humana espontánea se da a partir de estas condiciones.
En "la otra geografía", en el mapa de la globalización neoliberal,
dividida en clases, los nexos interpersonales están dañados por
disímiles diferencias y los unos quedan alejados de los otros por
fronteras invisibles, que laceran la integridad y la participación. Los diversos espacios
de socialización
Los espacios de socialización son muy importantes en la vida, el
entramado social es el recurso, el sostén para todo sujeto, pues
está claro que ciertamente es en él que una persona puede
desarrollarse en su potencial con plenitud. Las familias viven
actualmente en aislamiento en muchas partes del mundo y mientras
mayor es el nivel de vida, mayor es el modo de vida enclaustrado.
Nadie conoce al vecino de al lado, nadie sabe quién es, dentro de
las casas los miembros no tienen muchos espacios cara a cara, porque
la invasión de la tecnología es tal que un padre puede estar
chateando con un colega en Japón y no tiene la menor idea de lo que
le sucede al hijo en el cuarto contiguo. En estudios que se han
realizado en diferentes partes del mundo, el tiempo de conversación
mirándose a los ojos, que un padre (especialmente el papá) dedica a
sus hijos, no pasa de 15 minutos diarios.
Uno de los grandes impactos del modelo capitalista hegemónico
actual es el poco tiempo para la familia u otros espacios
comunitarios, los días entre semana la familia como grupo "no
existe", los horarios extensivos e intensivos de trabajo, el
pluriempleo de los padres para poder solventar las cada vez mayores
exigencias del consumo, hacen que aquellos viejos rituales y
tradiciones familiares se hayan desterrado de la vida cotidiana. Los
psicólogos y sociólogos de muchos países plantean que el mayor
impacto de esta realidad son la soledad infantil y la ausencia de
vínculos en el anciano. Muchos niños de la clase media o media alta
llegan de la escuela sin que asome en el hogar un rostro adulto
hasta horas avanzadas o permanecen con una nana que brinda comida,
pero no puede suplir el afecto y la atención de los padres.
Los medios tecnológicos aparecen como el antídoto a la soledad,
pero sin ninguna restricción de los adultos, lo que puede producir
adicción a los videos juegos, incrementar la violencia e incentivar
la erotización temprana. Es poco frecuente que los niños o
adolescentes dispongan en el mundo de hoy de las plazas públicas,
las calles y los parques al aire libre como lugares de encuentro
porque no hay seguridad ciudadana para ello. Los universos
espacio-temporales de la red urbana destinados a la juventud, son
vistos por los adultos como lugares de amenaza y peligro más que de
esparcimiento y construcción de lazos sociales. En Cuba los parques
y las plazas siguen siendo lugares de socialización de diferentes
generaciones.
La familia cubana está tejida en redes sociales de intercambio,
con los vecinos, con las organizaciones, con la escuela, con los
parientes, incluidos los emigrados. Lo característico del modo de
vida de los cubanos son los espacios de socialización, el tejido
social que no excluye y deja sin nombre a nadie. Yo diría que la
célula básica de la sociedad en Cuba, además de la familia como
hogar, la constituye la red de intercambio social familiar y
vecinal, ese tejido social en redes, representa una de las
fortalezas invisibles más grandes que tiene el modelo cubano de
bienestar, es ahí donde radica el mayor logro de nuestro proceso
social, la solidaridad social, la contención social, el intercambio
social permanente. Ese capital es solo perceptible para el que lo
pierde y comienza a vivir otra vida fuera del país.
A pesar de que tenemos dificultades económicas y problemas no
resueltos, la familia en Cuba existe. La familia cubana comienza a
vivir intensamente después que los niños salen de la escuela y los
niños, jóvenes y adolescentes hacen vida familiar-comunitaria a
partir de su salida de los centros escolares. La vida familiar en
Cuba no se produce a puerta cerrada. La puerta de un hogar cubano
puede ser tocada muchas veces por los agentes de fumigación, por los
vecinos, por la enfermera, por los dirigentes de base, por los
"puerta-propistas". Hay que salir diariamente al mercado, ir a casa
de los vecinos para recoger mandados, botar la basura, ir a la
farmacia, buscar a los niños en la escuela. La vida familiar en Cuba
es multigeneracional, donde todas las edades se mantienen
interactuando, la mayoría de los adultos mayores no viven en asilos,
su verdadero espacio por lo general es la comunidad. La solidaridad social
a contracorriente del individualismo
En el escenario internacional actual el bien individual es más
importante que el bien social, el modelo de desarrollo económico
pone a las personas ante el deseo de vivir "mejor" (a veces a costa
de los demás) por encima del vivir todos bien. Hoy en día la gente
dice "yo no le hago mal a nadie, que nadie se meta en mi vida, a mí
me gusta, a mí me va bien, es mi cuerpo, es mi vida, es mi
espacio",eligen la actuación que maximice los beneficios y las
ganancias. El "nosotros" se sustituye por el yo. La conducta egoísta
en este mundo hegemónico actual es denominada y bien ponderada como
"racionalidad instrumental" cuando en realidad esa racionalidad lo
que esconde es una gran insensibilidad social.
En nuestro país existe la solidaridad social, aunque hoy vivimos
una suerte de paralelismo entre nuestros comportamientos solidarios
y la insensibilidad de algunas personas. La socialización del
transporte o "botella", por ejemplo, el hacer de tus vecinos, tu
familia, la socialización vecinal de teléfonos particulares, el
pasarse los uniformes escolares, algunas medicinas, el brindar tu
casa particular como aula después de un ciclón que afectó la
escuela, son ejemplos de nuestro intercambio solidario. Me contaba
una joven que estudiaba en la escuela Lenin que en el grupo de sus
amiguitas, además de ser una práctica generalizada de los grupos, se
juntaba cada semana lo que traían de la casa para repartírselos
equitativamente y así todas comían lo mismo, independientemente de
que algunas podían traer más cosas y otras no traían casi nada. Para
ellas lo más importante eran la amistad y la hermandad. La creatividad e
inteligencia colectiva
En Cuba, además de que puedes conversar y tener múltiples
intercambios sociales, puedes darte el lujo de una buena charla con
muchas personas. Todos sabemos de algo, todos podemos dar una
opinión o podemos tener buenas ideas, tenemos cultura política,
cultura deportiva o algunos saben mucho de arte. Tenemos capital
cultural acumulado y eso es parte de nuestro patrimonio social y del
bienestar invisible. No somos para nada ignorantes, resultado de los
niveles educacionales alcanzados. Los cubanos y las cubanas
impresionamos por nuestra capacidad para conversar, para emitir
ideas y criterios. Uno de los grandes problemas que tengo como
psicóloga clínica, cuando atiendo a las personas, es que se me va el
tiempo, porque estamos acostumbrados a conversar, algunos me traen
una lista de cosas escritas para que no se les escape lo que desean
decir. Estamos acostumbrados a regalarnos tiempo y eso es un lujo en
los momentos actuales, cuando nadie tiene tiempo que ofrecer, donde
en todas partes del mundo se vive el síndrome de la prisa.
En mis visitas a impartir docencia a países latinoamericanos, en
los trabajos de estudios de familia que deben presentar en clases,
los estudiantes presentan una realidad familiar-social que me deja
perpleja, por la carga de problemas sociales acumulados, no solo en
familias pobres, sino de cualquier clase social. Me doy cuenta por
lo que escucho, que nosotros estamos a siglos de distancia, porque
el tema no es económico, sino de ignorancia, de pobreza mental
acumulada, de estigmas sociales, prejuicios de clase, de género, de
raza, violencia contra la mujer, soluciones mágicas a los problemas
sin fundamento científico, abuso sexual infantil, poligamia, taras
genéticas por una sexualidad irresponsable o sexo entre parientes,
todo ello son problemas cotidianos. Son los problemas asociados al
desamparo social, a la ausencia de programas sociales de prevención.
Para nosotros es excepción lo que para ellos es cotidiano.
Como profesora siento que nuestra población es culta y
desarrollada, y lo vivimos sin apenas darnos cuenta y aunque lo
cotidiano aparenta ser intrascendente, es el gran telón de fondo de
la historia. Algunos jóvenes emigrados suelen darse cuenta de esta
realidad social tan diferente con la que tienen que aprender a
lidiar. ¿Cómo potenciar
nuestro modelo cubano de bienestar?
El nuevo modelo económico tiene, entre sus objetivos, incrementar
la productividad. Con el nuevo modelo económico el gran desafío es
fortalecer nuestra propuesta cubana de bienestar que representa una
alternativa al anti-modelo dominante, una concepción que también
comparten y reiteran prácticamente todos los pueblos indígenas del
continente y del mundo y proviene de una larga tradición dentro de
diversas manifestaciones religiosas. Todas estas visiones, incluida
la cubana, es que el objetivo global del desarrollo, que no es tener
cada vez más, sino ser más, no es atesorar más riqueza, sino más
humanidad. Se expresa en su insistencia en vivir bien en vez de
mejor, lo que implica solidaridad entre todos, prácticas de
reciprocidad y el deseo de lograr o restaurar los equilibrios con el
medio ambiente y a la vez mejorar las condiciones de vida de la
población. Sin embargo, la mejora en las condiciones de vida no va a
revertir sola los problemas de índole social que hemos acumulado. La
dimensión económica no puede aislarse de las dimensiones sociales,
culturales, históricas y políticas que otorgan al desarrollo un
carácter integral e interdisciplinario, para recuperar como objeto
fundamental el sentido del bienestar y del buen convivir.
No hay que ser un científico social para percatarnos de que, al
margen de las condiciones de vida, en nuestro país existen muchas
personas y familias que más que pobreza material ya tienen instalada
la pobreza espiritual. Algunas familias tienen pobreza mental,
expresada en sus estrategias de vida alejadas de los más elementales
comportamientos decentes, en sus patrones de consumo distantes de la
realidad de nuestro país, cercanos a la tenencia material superflua,
en sus aspiraciones alejadas del bienestar común. Ahí radica la
cultura de la banalidad y de la frivolidad propia del modelo
hegemónico actual.
La acumulación de problemas materiales producto de la cruenta
crisis económica de la década de los 90, ha deteriorado
sustancialmente los valores a nivel social. Los valores no son solo
principios, sino que deben ir acompañados de comportamientos, para
que no pierdan su eficacia. Si desde las prácticas contradecimos los
principios, pues estamos ante una crisis de valores.
Cuba no está ajena a las influencias hegemónicas del actual mundo
unipolar y supuestamente global, hay que continuar tratando de
construir un modelo de bienestar alternativo "a la intemperie", bajo
todas las influencias que genera la colonización de la subjetividad,
incluyéndonos, a pesar del efecto modulador de nuestras políticas
sociales. En el mercado no valen los ideales, sino la capacidad de
consumo, los no consumidores se vuelven seres humanos "no
reconocidos", excluidos de todo tipo de reconocimiento social.
Existe hoy en el mundo una sobresaturación de información,
algunas muy buenas, pero otras plagadas de mediocridad y
superficialidad. Los medios de comunicación del actual modelo
hegemónico fomentan la banalidad con tal de vender más. Somos
atiborrados con entretenimientos, novelas, series y películas de
violencia que tienen un poder de encantamiento increíble porque
atrapan, pero se corre el riesgo de ser arrastrado al ocio y a la
adicción (drogas, alcohol, sexo promiscuo, dinero fácil, juegos de
azar, videojuegos).
Cuando Gandhi, Premio Nobel de la Paz, señaló los siete pecados
capitales de la sociedad contemporánea se refirió precisamente al
contexto global en el que nos encontramos inmersos: Riqueza sin
trabajo, Placer sin conciencia, Conocimiento sin utilidad, Comercio
sin moralidad, Ciencia sin humildad, Adoración sin sacrificio y
Política sin principios.
Por lo general, la publicidad y el mercado asocian el bienestar
al placer, al tener, al éxito, al estatus.
Es cierto que si no tenemos mucha cultura, la tendencia a pensar
que en el tener está el bienestar y dejarnos atrapar por todas las
propuestas de consumo crece como "hierba mala", es someternos a la
ignorancia. La ética del ser requiere de una formación moral, una
preparación, una educación familiar, en general una educación de
mayor envergadura, y a eso es lo que tenemos que apostar como
sociedad. Fomentar la
solidaridad social
Con el fortalecimiento del trabajo por cuenta propia, la
comunidad constituye el espacio vital de muchas familias.
Familia-comunidad-organizaciones-trabajo se fortalecen en sus
vínculos. Sin embargo, los nuevos escenarios constituyen una
magnífica oportunidad para fortalecer la vida comunitaria, además de
potenciar el trabajo en beneficio del bienestar común. Cuba aporta
la diferencia en el sentido de solidaridad y responsabilidad social
que hemos incorporado.
Se hace necesario potenciar una cultura solidaria y una
responsabilidad social que sirva de antídoto a la penetración de la
cultura del mercado. Es importante que la gente mantenga su eticidad
solidaria, que no se fragmente el proyecto colectivo. Aunque el
nombre, y no la idea del trabajo por cuenta propia sugiera una
cierta desconexión social, que no representa nuestra ética
solidaria. Fortalecer el espacio
comunitario
La familia y la comunidad han ganado en importancia en Cuba como
escenarios de la vida en los tiempos actuales. Cuando algún
visitante observa nuestro modo de vida comunitario, en ocasiones
refieren que antes en su país se vivía así, pero hace más de diez
años que ya se vive a "puertas cerradas" y a "casas vacías durante
gran parte del día" Esto se debe, en su mayor parte, al surgimiento
de nuevas tecnologías, a horarios laborales cada vez más extensos, a
la frecuencia con la que cambiamos de trabajo y casa, y a ciudades
cada vez más grandes y pobladas. El crecimiento exacerbado del
individualismo está haciendo cada vez más difícil encontrar una
sensación de comunidad. La comunidad ha sido reducida al núcleo
familiar mínimo, y en estas circunstancias es muy fácil caer en el
aislamiento, que conlleva a la soledad y la depresión, creando un
gran colapso social, con resultados tan drásticos como incrementos
en violencia, abuso de drogas y enfermedades mentales.
Cuando las personas de todas las edades, grupos sociales y
culturas sienten que pertenecen a una comunidad tienden a ser más
felices y saludables, y crean una red social más fuerte, estable y
solidaria. Una comunidad fuerte aporta muchos beneficios, tanto al
individuo como al grupo en sí, ayudando a crear una mejor sociedad
en general. Nuestro gran desafío es que nuestras puertas no se
cierren, que no perdamos la sensibilidad por los otros, por nuestro
barrio y entorno, que sigamos preocupándonos por el bien común.
Las diferentes formas de inserción a la economía no han
deteriorado sensiblemente el tejido social existente, no somos una
sociedad estratificada en clases sociales, sino tejida en redes
familiares, vecinales y sociales, mantenemos una ética solidaria.
Una aspiración importante es que en la comunidad se encuentren
soluciones novedosas a muchos de los problemas sociales que tenemos
basado fundamentalmente en esa visión de la comunidad como espacio
potenciado en la solución de los problemas. Para ello se necesitará
una mayor dinamización de la comunidad en su capacidad para influir
en las problemáticas locales.
Es importante mantener la implicación de los ciudadanos en la
vida social, preservar el cuidado de nuestros espacios, el respeto a
los ancianos, los niños, las mujeres, las personas con alguna
discapacidad y sobre todo, mantener la responsabilidad social en la
educación de las jóvenes generaciones.
Tomando en consideración todos estos elementos, considero que
tenemos una gran responsabilidad social de no perder nuestro modelo
cubano de bienestar, que nuestro país cuenta con condiciones sin
precedentes para marcar la diferencia, que es preciso continuar
resistiendo a la colonización de la cultura y la subjetividad, que
el gran desafío es seguir proponiendo otros modelos de ser humano y
de colectividad que realmente indiquen caminos de verdadera
humanización.