La voz alcanzó altas cotas. Brillante, potente. Alojada en la miel de su hermosura, vibró anoche, traspasando las fronteras del escenario para atracar en el puerto de las emociones de un público que no escatimó aplauso alguno.
Cuando a través del canto y la música, el arte llega de la mano de una voz femenina de tal envergadura, es muestra de que estamos en presencia de una auténtica representante de nuestra cultura.
Desde el podio de la humildad, esa que hace grande a los seres humanos para proyectarlos en nuestros sentimientos, ella ocupó su sitio para expresarnos el amor que siente por el canto y por nosotros.
La de anoche fue de esas que se quedarán grabadas en la memoria porque la sinceridad cabalgó por las praderas de lo cierto, llevada con la dignidad de los dioses por Idanis Ortiz, ante un auditorio, que fue al teatro a pasar una velada de homenaje y de reconocimiento.
El pretexto no pudo estar más justificado. Un concierto dedicado a las madres tenía que llevar la impronta de la sensibilidad y del cariño. Ella logró aglutinar en esa ruta del buen hacer a unos músicos que fueron brillantes.
Canciones de todos los tiempos, canciones de ayer y de hoy, desfilaron en la voz de la homenajeada y de sus invitados, que no quisieron perderse este pacto estimulante entre las voces, la música, los aplausos y el amor.
Ya el concierto de Idanis Ortiz es historia. Los que deseen iniciar su andar por las avenidas del canto, tienen ya otra referencia en esta provincia para llevar a vías de hecho, ese magisterio de cautivar a esos óídos urgidos de recibir los mensajes que solo una buena voz pueden ofrecer.
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