Solo la música llevada con pasión en el corazón, puede alojarse en el sentimiento de las personas que reciben el influjo de su mensaje.
La maravilla del asombro surge de esa relación de la ternura con el talento puesto sobre la escena, para glorificar el crecimiento humano del artista que deja su obra para el disfrute de todo el que la escucha.
Anoche, la lluvia quiso sumarse al homenaje, descargando sus aguas sobre la ciudad, que se entregó, tan limpia como siempre, en los brazos del cantante que le dedicó sus canciones en concierto de reconocimiento.
Ramón Galardy sedujo a un público que desafió a la naturaleza, y por diversos caminos llegó al teatro para aplaudir a una de las voces más auténticas, de más lirismo, arropada por los aplausos prodigados a sus composiciones, desde las dedicadas a los niños hasta las que enaltecen a la patria.
No quiso el trovador estar solo acompañado de las cuerdas de su guitarra y de las luces de la sala, se rodeó de excelentes amigos que le cantaron sus canciones con el amor que solo se ofrece a quien merece respeto por su delicada obra cultural.
Quizás Galardy no sea uno de esos artistas de la gran escena, pero lo cierto es que la escena lo necesita por la contundencia de sus mensajes que sin oropel, pero con la fuerza del hacedor de sueños, lo convierten en una referencia insoslayable en el ámbito de nuestra provincia.
El concierto pareció corto, cuando se pensó que continuaría, llegó el momento del cierre, quizás el artista deseó hacerlo así para dejar al público con la avidez de otra presentación que ojalá no demore el tiempo que lleva cantándole al sol.
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