Por Ernesto Pérez Castillo
Es un hecho: el programa “Las razones de Cuba” ha hecho que Yoani pierda la razón. Así lo atestiguan sus desesperados mensajes en Twitter, que comenzaron en ráfaga no más concluir la emisión televisada de las denuncias cubanas sobre el aupamiento y soporte del gobierno norteamericano a su criatura de lujo, la supuesta disidencia en la Isla.
Estos son algunos de sus textos, que aun pueden leerse allí: “Que programa tan aburrido y mal intencionado acaban de poner en la tele oficial! / Atacaron con fuerza en el programa de la tele oficial a Dagoberto Valdes / Estas son las lapidaciones publicas de las que les hablaba, sin derecho a replica para la victima de la difamacion / Mande sms a mis contactos: Lapidacion en TV contra DV prueba cuanto le temen, opongamos a la difamacion nuestra solidaridad con el / Es muy facil difamar y mentir contra otros, cuando se esta protegido por anonimato o por el poder de un gobierno. Asi no se vale!”
Pero para contar el cuento bien, como para todo, hay que comenzar por el principio. La televisión había anunciado que el título del programa sería “Mentiras bien pagadas”, y eso explica la reacción de Yoani Sánchez al concluir la transmisión, porque en Cuba no hay nadie más mentiroso ni mejor pagado que ella misma, y por lo tanto se ilusionó con que la protagonista de la pequeña pantalla el lunes sería ella, y llamó a los cuatro amigos que tiene y les puso sobre aviso, para que no se perdieran su debut televisivo.
Calcúlese cuál sería la magnitud de su frustración al concluir la transmisión y, con las manos sudorosas, comprobar que la habían ignorado del todo, y le habían dedicado el programa casi exclusivamente al mercenario Dagoberto Valdés.
Entonces fraguó su venganza pérfida, solapada en su defensa de Dagoberto vía Twitter, quien le había robado el show. Si bien hasta el último gato en Cuba se había enterado, con pruebas irrefutables, del mercenarismo de Dagoberto, lo cierto es que el mundo no lo conocía aun, y esa fue la brecha que Yoani utilizó: todos los sms y twitters que transmitió esa noche solo tenían el propósito de dar promoción internacional a la denuncia cubana y, gracias a Yoani Sánchez, el mundo supo de una quién es el tal Dagoberto Valdés.
Por si fuera poco, al día siguiente ya tenía tema para el próximo post en su blog, en el que ya estaba desvariando sobre el PPG (un comprimido cubano de Policosanol, que inhibe la síntesis del colesterol, y que en su imaginación calenturienta Yoani le atribuye propiedades de estimulante sexual, asociándolo con el Viagra).
“Ya no necesito el Viagra cubano para continuar –se dijo a sí misma la blodeguera–, ya tengo un tema que me estimula”, y la emprendió contra Dagoberto a las dos manos. Así, con ese espíritu concibió su post “Dago en la tele”, en el que comienza diciendo que el programa sobre Dagoberto “rebosa de otro tipo de miseria humana”. Especialmente le molestó ver “el rostro conocido de Dagoberto Valdés acompañado de una descripción de elemento contrarrevolucionario”.
Yoani primero lanza “un grito de júbilo”, se entusiasma, aplaude, lanza una carcajada, pero de pronto se queda pensativa un par de segundos, analiza la conveniencia, los pros y los contras de la denuncia televisiva, y entonces decide que contra Dagoberto “se está cometiendo una lapidación pública en el horario más estelar de la noche”.
¿A qué se refiere la blodeguera con eso de lapidación y denigración? ¿Es acaso mentira que, como ha dicho la TV, Dagoberto Valdés es un reconocido contrarrevolucionario?
¿Por qué Yoani afirma que la televisión difama a Dagoberto Valdés al decir que es un opositor al gobierno cubano? ¿Será que acaso Yoani piensa, y declara, que Dagoberto Valdés es en verdad un revolucionario y un incondicional del gobierno?
Siguiendo la lógica de Yoani, por más desquiciada que parezca, quien difama a Dagoberto es la propia Yoani, que quiere restarle méritos a la hoja de servicios del mercenario a las órdenes de Washington.
Para más y peor –no hay que olvidar que la mentirosa numero uno en Cuba es ella– decide al tiempo azuzar al coco y suelta: “¿Lo irán a meter preso? ¿A fusilar acaso?”.
¿Quién difama, quién miente a mansalva y a contrapelo, impunemente, si no es la propia Yoani Sánchez?
El final de su post es lo mejor, que Yoani no sabrá ni papa de cocina pero sabe al menos que los postres se dejan para el final. Al comienzo de su post alegaba que Dagoberto Valdés estaba siendo “denigrado duramente sin permitírsele el derecho a réplica”, pero en el último párrafo olvida lo que antes dijo y suelta a las tontas y locas: “Dago tiene una página web, un blog y hasta una cuenta en Twitter para decir aquello que le impidieron argumentar en el líbelo oficial. Es un ciudadano con su propio canal de opinión”.
¿En qué quedamos, Yoani? ¿Dagoberto tiene o no una vía para replicar lo que sobre él se diga?
Como se ve, Yoani se dice y se contradice, y va del entusiasmo a la frustración en menos de lo que canta un gallo. Todo porque en la pequeña pantalla la ignoran olímpicamente.
No debería molestarse tanto, y tomarse esos olvidos momentáneos con más calma, que en definitiva ya la televisión anuncia para muy pronto el nuevo título de las Razones de Cuba: “La ciberguerra”.
Quizá en ese capítulo ya pueda la cabermercenaria verse a pantalla completa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario