Por M. H. Lagarde
Ernesto Hernández Busto, que admira "el trabajo de los bloggers independientes cubanos", pero desde una barrera situada del otro lado del Atlántico, allá, en la lejana Barcelona, ha dejado a un lado sus sólidos argumentos de "caca, pipi, culo, gadaffi" y ha publicado en su blog Penúltimos Días una perreta de cuatro páginas con la que pretende defenderse de la acusación de cibermercenario que se le hizo en un programa transmitido ayer por la televisión cubana.
O todos los blogueros imperialistas son unos neuróticos empedernidos o todos padecen el síndrome del contrarrevolucionario vergonzante que los transforma en víctima cuando alguien les dice cuatro verdades.
Un ejemplo. La mercenaria Yoani Sánchez, quien últimamente padece de delirios árabes, inmediatamente después de ver el capítulo "Ciberguerra" escribió en twitter que el gobierno cubano la "lapidaba" por mostrar imágenes de ella reunida con funcionarios de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana o como visitante asidua a algunas embajadas europeas.
La filóloga Yoani Sánchez, si fuera menos embustera, debería escribir en twitter: "la televisión cubana me desenmascara", por el simple hecho de demostrar que, tras su "espontánea inconformidad ciudadana" y sus casi millonarios premios, están los servicios de inteligencia yanqui.
La hipócrita posición de víctima de Yoani podría justificarse, hasta cierto punto, si se tiene en cuenta que, a diferencia de Hernández Busto, que no pasa de ser un instigador a larga distancia, ella sí esta del lado de aca de esa barrera que el pájaro barcelónico contempla a través del vidrio de su laptop.
Nadie entiende, sin embargo, por qué llora el perico en Barcelona si, como él mismo reconoce, es "en efecto, un contrarrevolucionario por convicción" y esa barrera de agua nombrada oceáno Atlántico le permite no tener que "rendir cuentas a la Seguridad del Estado ni a nadie más que a mi conciencia".
¿A quién, en la televisión cubana, se le habrá ocurrido acusar de mercenario al bloguero que se reunió con George W. Bush durante un encuentro de ciberdisidentes organizado en Texas por esa organización tapadera de la CIA conocida como Freedom House?
¿Acaso alguien duda de la buena fe que pueda tener el responsable de la matanza de un millón de civiles en Irak, de las torturas de Guantánamo o Abu Ghraib, en lograr que el pueblo cubano consiga pleno acceso a internet?
Si este fuera un país normal sin bloqueos, ni posiciones comunes, ni terroristas que ponen bombas en los hoteles, quizás nadie dudaría. Todo el mundo pensaría simplemente que Ernesto Hernández Busto pide, a cara destemplada desde su blog, la intervención de los marines en Cuba solo para aliviar de algún modo sus frustraciones personales.
¿Será que todavía lo atormenta aquel viaje a Bulgaria que le otorgaran en sus años de pionero destacado?
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